Análisis a fondo

Patriotismo energético

 ·        Participación privada vs estatismo, por patriotismo

 ·        La reforma energética no es antipatriótica, insiste EPN

 Por puro patriotismo, el general Lázaro Cárdenas del Río expropió el petróleo a las compañías extranjeras que lo explotaban, hace poquito más de 76 años. Aquellos dueños, que no socios, sólo dejaron pobreza y miseria.

Ahora, por patriotismo también, el presidente Peña Nieto liberaliza el negocio del petróleo, porque la Pemex – llamada ahora Empresa Productiva del Estado y ya no más paraestatal – simplemente no daba de sí. Pero ya puede aspirar a mayor productividad y mejor competitividad porque millonarios inversionistas del exterior le inyectarán muchos dólares. Todo, beneficio de los mexicanos.

Ya lo repitió cientos de veces el propio presidente de la república. Y volvió a decirlo la noche del pasado martes en el programa “Conversaciones a Fondo”, trasmitido en cadena nacional en ocasión del octogésimo aniversario de la fundación del Fondo de Cultura Económica.

La reforma no es antipatriota, dijo contundente el señor Peña Nieto. Y quienes aseguran que lo es lo hacen porque ha habido “desinformación e imprecisiones en torno al alcance y contenido de la reforma”. Obviamente se refirió a quienes pertenecen a sectores de la izquierda partidista, con el hijo del general Lázaro Cárdenas del Río (Cuauhtémoc) a la cabeza. Andrés Manuel López Obrador, para no entorpecer el registro de su partido (Morena) ante el órgano jurisdiccional de elecciones – una de las instituciones que mandó al diablo en el 2006 -, se quedó al margen. Se calmó.

Vamos a darle al señor presidente el beneficio de la duda. Todos tenemos ese derecho. A ver si funcionan las reformas de aquí al futuro. Al 2018 es muy poco tiempo para ver resultados espectaculares, aunque ya Brasil, el gigante latinoamericano, está pariendo cuates porque sencillamente la asociación con capitales extranjeros no le está dando resultados. Pero bueno. Eso es Brasil. México es otra cosa.

Pero por lo dicho por Peña Nieto, el petróleo sigue siendo de los mexicanos. “Aquí no se está regalando absolutamente a nadie, ni se está cediendo a favor del sector privado. El Estado se apoyará en el sector privado para poder hacer mayor inversión y explotar nuestros recursos, nuestros hidrocarburos”.

El ánimo presidencial es optimista. Está seguro de que el sector energético tendrá un gran desarrollo a partir de la reforma, “ya que Pemex no será la única empresa que tenga que emplear a profesionales del ramo”.

Y habrá muchos empleos. Peña Nieto prevé que, durante los próximos cinco años, se estarán generando unos 500 mil nuevos empleos vinculados al sector. Muchos empleos para satisfacer una demanda de aproximadamente un millón y medio de puestos de trabajo cada año.

No estoy seguro de que las tarifas eléctricas vayan a bajar con la reforma. Es más, creo que subirán. Esto ya lo quedó claro en una entrega anterior de Análisis a Fondo.

El argumento es simple, de acuerdo con los analistas de Tendencias Económicas y Financieras: Si en lugar de usar combustóleo se usa gas, el costo de la energía bajará entre 30 y 40 por ciento. Lo que nadie le comentó al presidente es que, en la actualidad, lo que pagan las familias mexicanas por la luz tiene un subsidio del 80 por ciento en términos generales, mientras su consumo no sea muy elevado.

Pero cuando la CFE importe o compre gas a los productores nacionales, reducirá sus costos de producción en 30 o 40 por ciento, como estaba previsto, pero ese precio final será el doble de lo que hoy pagan los consumidores en su recibo de luz.

Todo apunta, pues, a que el costo de la energía eléctrica no disminuirá, aunque el gobierno erogará un subsidio menor a la CFE, y existe el riesgo de que suban las tarifas para zonas “residenciales” que hoy son subsidiadas.

Y de los precios de las gasolinas, habrá que esperar los movimientos del mercado. El deslizamiento mensual debe de parar. Ya no lo aguanta la población. Pero de que vayan a bajar a futuro es una aberración economicista. No hay que olvidar que la economía actúa contra las leyes de la gravedad. Los precios que suben nunca bajan.

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