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MÉXICO, DF, 7 de diciembre de 2014.- Esta entrevista con Luis Rosales Gamboa, conocido como el Jefe Apolo, la hizo nuestra reportera el año pasado. Por diversas circunstancias no se publicó. Ahora, Rosales Gamboa ha sido nombrado como jefe interino de la policía del DF en sustitución de Jesús Rodríguez Almeida. Aquí, la entrevista en la cual se respeta la línea del tiempo en que fue realizada.
Terminaba de supervisar la zona el mando policiaco, y justo al dar vuelta sobre la calle de Chicle, sus subalternos le informaron que unos delincuentes acababan de asaltar dos bancos.
–Cuando llegamos, los asaltantes iban ya de huida, precisa. Por lo anterior inició la persecución -e intercambio de disparos- que se extendieron cosa de tres kilómetros más adelante, justo a la altura de Viaducto y La Viga. Pero además de los refuerzos policiacos terrestres, comenta, el helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública del DF, que sobrevolaba la Ciudad de México, sumó esfuerzos y “nos venía informando por dónde se iban metiendo” los asaltantes.
Durante toda la persecución, recuerda el Subsecretario de Operaciones de la SSP-DF Luis Rosales, en su mente se repetía “éstos no se me van, éstos no se me van”.
A través de radios de comunicación daba órdenes por aquí y por allá “para tratar de que no se nos fueran a escapar”. Hasta que en una de esas, recuerda, sus mandos policiacos le informaron que los maleantes acababan de introducirse en un edificio, una pensión de la zona, por lo que de inmediato dio la instrucción: Sobre de ellos.
Acompañado de sus subalternos ingresaron al inmueble para iniciar la búsqueda, cuando se escuchó un ruido ensordecedor.
“Cuando escuché que se cayó el helicóptero… madre mía”, recuerda con pesar y se soba la frente. Al salir a ver qué había sucedido con el helicóptero de su corporación, recuerda que la nave “hacía virajes ahí en el entorno. Yo creo que el piloto no vio una antena (ubicada en la azotea del edificio). Y con el rotor de cola le pegó, se rompió y pum…”.
El hombre con riguroso uniforme policiaco describe con precisión la imagen que le resulta doloroso recordar de ese marzo de 1995. Al llegar a la azotea el helicóptero ardía en llamas. Al parecer uno de los tripulantes estaba muerto, y el piloto, pese al fuego en su cuerpo, hacía un esfuerzo por arrastrarse y salir del incendio con la ayuda de sus compañeros, especialmente la del chofer de una de las patrullas quien lo jaló lo suficiente como para salvarle la vida. Minutos más tarde presentó severas lesiones por quemaduras en las manos.
Lo primero en ese momento fue salvar la vida de mis compañeros, y posteriormente la del delincuente, quien dicho sea de paso mató a uno de los policías, durante la persecución, remarca.
“Ver cómo una ambulancia le trata de salvar la vida”, mientras que mi mente estaba en otro lugar…
Mientras los paramédicos le salvaban la vida, yo estaba viendo a mi compañero muerto. Y es ahí cuando uno tiene que tener esa fortaleza.
“Esa capacidad de no írsele encima”, pues más allá de delincuente, es un ser humano…. “Yo quería deshacerlo pero no puedes”, admite el servidor público, mientras tamborilea una y otra vez un lápiz sobre escritorio.
DUERMO DE TRES A
CUATRO HORAS DIARIAS
Luis Rosales Gamboa, también conocido como el Jefe Apolo, es el subsecretario de Operaciones de la SSP-DF. Ha permanecido dentro de la Secretaría de Seguridad Pública del DF, durante los últimos 41 años de su vida, por lo que bien podría atribuírsele el calificativo de “sobreviviente”.
Secretarios van, sexenios vienen, y él se ha mantenido en esa institución, durante las últimas 17 administraciones. Dice trabajar cerca de 18 horas diarias y que sus días inician a temprana hora.
“Me levanto a las cinco de la mañana. Me preparo, salgo de casa y me voy a las reuniones de todos los días en el C-4”, revela.
En el Centro de Comando, Control, Comunicaciones, Cómputo, Inteligencia, Integración Información, e Investigación (C-4) se reúnen diariamente los altos mandos de la SSP-DF, la Procuraduría de Justicia capitalina y responsables de Ministerios Públicos.
De forma conjunta analizan casos y estrategias a implementar. Además, también se reúne diariamente con sus mandos. “Aquí se ven estrategias sobre modos de operar y qué es lo que tenemos que hacer para erradicar lo que estamos observando”. Aunque la contraparte, reconoce, “también nos está estudiando. Es inteligencia y contrainteligencia”.
Sobre la pregunta de si en 41 años dentro de la SSP-DF, alguna vez ha matado a alguien, responde “Bendito sea Dios, no”. Ha disparado contra delincuentes, admite, pero afortunadamente mi mente no tiene como objetivo quitarle la vida a nadie. Uno tiene que volverse una persona fría, señala mientras recuerda la vez que un sujeto, fuera de sí, los recibió en su casa a punta de balazos en Iztacalco.
“Pude haber disparado a matar (al tipo) pero traía en la mano a un bebé de brazos”. Cuando se le acabaron los tiros, recuerda, dio la orden de ir sobre de él. El sujeto bajaba de un primer piso, y justo en las escaleras lograron arrebatarle al infante. Todavía le dije: “el niño le salvó la vida, ¿eh? porque yo sí le hubiera disparado”.
Aunque niega ser insensible, refiere que uno tiene que tener la suficiente frialdad en determinados momentos, aunque a veces, admite, “hay que morderse uno y la mitad del otro”.
Y pone sobre la mesa el polémico tema de los Protocolos de Actuación Policial (recientemente modificados, tras los casos de violencia registrados el pasado 2 de octubre de 2013). “Y ahora con los protocolos peor, porque ya tenemos que rebasar esa mentalidad del ‘si me golpeas, te golpeo’. Nosotros tenemos que decir: aguante, firmeza… Primer paso, estar ubicando a la gente, no agredir, no equis. Siguiente paso, y al final, utilización de la fuerza”.
–¿Cómo se siente cuando algunas organizaciones de Derechos Humanos lo critican de uso excesivo de fuerza?
–Es frustrante. Pero tenemos que tener esa capacidad de superar, y podemos superarlo. Lo he visto mil veces, a veces es difícil que realmente el ser humano pueda controlar esas actitudes porque es muy fácil decirlo desde cualquier ámbito, de derechos humanos, de procuración de justicia, pero estar ahí es otra cosa y tenemos que aprender porque ese es nuestro trabajo.
–¿Es decir que sí se sienten incomprendidos? Por ejemplo, con lo del pasado 2 de octubre…
–En ese momento no pensamos en eso. En ese momento lo que pensamos es que una situación no se salga de control y después viene el ‘qué fue lo que pasó’. (Sobre el pasado 2 de octubre) yo puedo comentarle que “si no cerramos (la calle de) Colón, los destrozos seguirían sobre todo Reforma; y realmente estábamos siendo agredidos. Yo cuando voltee a ver que estaban golpeando a un policía bancario me fui sobre de ellos, yo quería recoger a mi compañero, ahí me llevé lo mío pero no importa, lo saqué de ahí.
–En toda (Avenida) Juárez e (Avenida) Hidalgo, no había pasado nada en ningún inmueble. (Pero) cuando yo llegué fue cuando empezaron a hacer el desorden en los negocios y luego-luego, mi mente se fue a (lo ocurrido en) Juárez, el 1º (de diciembre de 2012) y dije no, no lo puedo permitir.
–¿Qué responde a las acusaciones que lo responsabilizan sobre los hechos violentos del 1 de diciembre de 2012, en Ciudad de México?
–Pues primero decir que yo no estaba en el lugar. Yo llegué al lugar. Estuve coordinando las acciones, pero como en (el caso) News Divine, yo no entiendo, la ley no sé quién la hizo, por qué la hizo, cómo la legislan, en el sentido de que si alguien toma una decisión en el lugar, es su misma responsabilidad. ¿Por qué se tiene que ir hasta el último? Pareciera que las decisiones son de la cabeza y no del que está operando. O sea, a mí se me hace una ley injusta, en lo personal, porque entonces yo soy responsable de la actitud de 89 mil policías, o de 70 mil policías. Entonces yo creo que quien tenga una misión, quien tenga una responsabilidad, que la asuma. Yo asumo la mía, pero no puedo asumir la responsabilidad de todos los mandos. Yo coordino, yo dirijo, pero cada persona, hasta el último policía es responsable de sus actos. Si un policía golpea, mata, roba, él que lo pague, no yo.
–¿Y cuál es su opinión sobre los jóvenes encapuchados, como la del pasado 2 de octubre?
–Para mí es gente que, yo respeto sus ideales, me he puesto a leer sobre el anarquismo y todo, yo respeto, pero los excesos y los abusos…
–Pero ¿sí son anarquistas todos?, se le interrumpe.
–No son todos, pero “hay gente que los manipula”. Pero yo creo que se irán acabando conforme los vayamos agarrando. Y ya por lo menos, cumpliendo la instrucción del Secretario “agarrar al que te agreda, no agarres a nadie más”. “Te metes a romper un vidrio, te agarro”. No corretear gente. Nuestra estrategia cada vez tiene que ir mejorando y vamos a ir avanzando, pero tenemos que ir acabando con esa gente que abusa de esos momentos, de esas movilizaciones para hacer otras cosas. Yo ni creo que sean anarquistas, para mí son vándalos, para mí es un delincuente que busca agredir, entonces yo para ellos no tendré respeto. La gente que se manifiesta la respeto con todo.