La vida como es…

Bip…bip…bip…bip…

Una tarde de 1957 –todavía un chaval- escuché de la presencia del primer artefacto enviado por el hombre a circunnavegar a la Tierra. Las noches de octubre eran aún claras y los amigos salíamos a observar cómo una pequeñísima luz cruzaba el azul profundo del firmamento

Pero no paró ahí nuestra capacidad de asombro. Así como al ser humano le antecedieron los simios, una perrita –Laika- precedió a los cosmonautas. Nuestra fascinación por la carrera a los planetas, las estrellas y más allá siguió hasta 1969 cuando el hombre posó su pie en la Luna.

Fueron tiempos en que aún mirábamos hacia las estrellas.

Nuestra capacidad de estupefacción se perdió junto con ese cielo tan azul con el que se amanecía y tan profundo cuando se anochecía. De una sociedad pasamos al individuo, del azoro por el dolor ajeno o la muerte a la indiferencia.

Regresamos a la Tierra donde la lucha ya no es contra la naturaleza inhóspita que enfrentaban los homínidos, sino de hombres y mujeres contra ellos mismos; por el poder, por el dinero; pero sobre todo, por la supervivencia; revolcándose en el pantano social, dejando atrás la mirada a las estrellas.