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MÉXICO, DF, 18 de febrero de 2015.- El poderío criminal del grupo Guerreros Unidos también se ha hecho sentir en los tribunales. Varios de sus miembros más prominentes han burlado la justicia. Igual que muchos otros peligrosos delincuentes detenidos y encarcelados, han apostado al tiempo y al olvido para operar través de sus abogados, de la impunidad y de la corrupción para lograr la reducción de penas o incluso absoluciones por delitos graves en juicios, en los que si se hubieran aportado pruebas suficientes y supervisado debidamente, se les pudo condenar a prisión casi de por vida.
Una de estas historias es la de Salomón Pineda Villa, El Molón, del clan Pineda Villa cuyos extintos hermanos, Mario y Alberto, apodados El MP y El Borrado, crearon el grupo criminal Los Pelones que se transformaría a la postre en Guerreros Unidos. Él fue detenido en Cuernavaca, Morelos, el 6 de mayo del 2009 junto con cómplices y familiares, pero cuatro años después de su arresto, el 5 de abril de 2013, apenas unos días después de cumplir 38 años de edad, El Molón, recibió un regalo de cumpleaños: su libertad.
Un secretario judicial habilitado como juez federal lo absolvió de delincuencia organizada, delitos contra la salud, acopio de armas de fuego y posesión de cartuchos de uso exclusivo del Ejército y Armada y Fuerza Aérea, según el expediente del proceso al que tuvo acceso Quadratín/México. Incluso, el funcionario judicial acusó a la Procuraduría General de la República (PGR) de “inventar pruebas” e inducir testigos en contra de quien hoy es prófugo e identificado como uno de los máximos líderes del grupo criminal Guerreros Unidos.
A sus casi 40 años, El Molón ha vuelto nuevamente al “ojo del huracán” tras de que su hermana, María de los Ángeles Pineda Villa, esposa del ex alcalde de Iguala del PRD, José Luis Abarca Velázquez, fue detenida con éste por su involucramiento en la muerte en Iguala de seis personas y la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. Lo último que se supo de él antes de escapar es que seguía participando en la dirección del grupo criminal como jefe de la plaza en Iguala, cuando sucedieron esos hechos y por ello se le había girado una nueva orden de aprehensión.
Policías federales estuvieron a punto de recapturarlo el 9 de octubre pasado en Cuernavaca, días después de ocurridos los sangrientos hechos del 26 de septiembre de 2014 en Iguala. Se dijo que había sido detenido en un operativo de la Marina, pero en realidad escapó nuevamente de la justicia. Su paradero hoy una incógnita para las autoridades, lo mismo que para la sociedad el saber si se le busca o si bien este silencio oficial se torna en un manto de impunidad.
El nombre de Salomón Pineda Villa, El Molón, va quedando en el olvido, luego de que en los primeros días después del ataque contra los estudiantes de Ayotzinapa se le consideró como figura clave para desentrañar el mapa delictivo y de complicidades de los Guerreros Unidos. Cuatro meses después de los hechos de sangre en Iguala y que oficialmente terminaron en la masacre de 43 normalistas “levantados” por el grupo criminal, quien parece ser el último eslabón de la familia criminal de los Pineda Villa ve desde las sombras los acontecimientos esperando posiblemente un momento para actuar.
Lo cierto es que a casi dos años de que sorpresivamente el aparato de administración de justicia lo dejó en libertad, también resulta inexplicable cómo la PGR perdió sin más el juicio ante este integrante del clan de los Pineda Villa. La única posibilidad de entenderlo está en el contenido del expediente 101/2009 en el que se procesó en el Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales de Nayarit y en el cual se le absolvió.
Capturado la noche del 5 de mayo de 2009 en la Quinta Los Limoncitos, en Cuernavaca, a escasos cien metros de la casa de Gobierno de Morelos, junto con 13 personas más, entre ellos sus padres, Salomón Pineda y Leonor Villa Orduña, al celebrar un banquete en esa lujosa residencia que hasta ahora se ignora si fue devuelta a la familia Pineda Villa o si fue asegurada por la PGR. Jamás se habló sobre esta propiedad que casi colindaba con la que ocupaba el ex gobernador de Morelos, Alfredo Adame.
El Molón permaneció arraigado en la ciudad de México hasta el 29 de julio de ese año, según la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/163/09. Días antes, la PGR consideró que tenía pruebas suficientes en su contra y envió el expediente con la solicitud de orden de aprehensión en su contra al Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales de Nayarit, que evaluó que los testimonios y peritajes ministeriales presumían la responsabilidad del acusado en los delitos que se le imputaban.
Pero El Molón no se le llevó al penal federal de Nayarit. La Policía Federal sino al Centro Federal de Readaptación Social Número 3, de Matamoros, Tamaulipas, donde el Juzgado Quinto de Tamaulipas ejecutó el juicio a distancia. Luego de la declaración preparatoria, se le dictó la formal prisión por considerar suficientes las pruebas para procesarlo por los cargos de delincuencia organizada, delitos contra la salud, acopio de armas de fuego y posesión de cartuchos de uso exclusivo del Ejército y Armada y Fuerza Aérea.
Inconforme con esta decisión, El Molón, a través de su equipo de abogados, apeló la formal prisión, pero un mes más tarde, el 13 de octubre de 2009, el líder del grupo criminal Guerreros Unidos ordenó a sus defensores dar marcha atrás en este recurso. El Tribunal Unitario de Tepic, Nayarit, notificó que el acusado y sus cómplices de desistieron de este recurso, de acuerdo con el expediente o Toca Penal 685/2009.
Entonces la estrategia legal del jefe del grupo criminal Tomó otro camino. El 30 de octubre, sus abogados presentaron un amparo contra la formal prisión ante el Juzgado Sexto de Distrito de Tamaulipas, con residencia en Matamoros. Sin embargo, el citado órgano judicial determinó negarle la protección y validó la decisión de que fuera enjuiciado por los delitos que pesaban en su contra.
El proceso penal siguió desahogándose hasta el 5 de abril, cuando el secretario en funciones de juez Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales de Nayarit, Carlos Verdugo Partida, determinó absolver a Salomón Pineda Villa, El Molón, pues el titular del órgano se encontraba de “licencia”. Asistido por otro secretario del mismo juzgado, Verdugo Partida ordenó la libertad inmediata, la restitución de derechos políticos-electorales y la cancelación de su ficha de antecedentes penales.
La acusación y el perdón
El testigo protegido con clave María Fernanda explicó ampliamente cómo operaba el clan de los hermanos Pineda Villa. “Recuerdo –dijo en su declaración– que fue en el 2003 a mitad de año, cuando conocí a Mario Pineda Villa, al MP, y fue porque él tenía unos colombianos que había levantado en la ciudad de México, debido a que el grupo de los mismos colombianos habían levantado a su hermano Alberto Pineda en Colombia. Los colombianos eran socios del Cártel de Sinaloa, se comunicaron conmigo y les di un número de teléfono celular para que se lo pasara a las personas que tenía secuestrada a su gente en México y fue Mario Pineda el que me habló”.
El problema entre los colombianos y los hermanos Pineda Villa se derivó del adeudo por droga que tenían los mexicanos con los narcos de ese país. La intervención de María Fernanda, quien en realidad es Richard Arroyo Guizar, El Richard, colombiano e hijo del capo Ismael El Mayo Zambada, fue definitiva para solucionar el problema, pues los narcos colombianos dieron un mayor plazo a los Pineda Villa para pagar y soltaron a Alberto y, a su vez, Mario liberó a los colombianos.
“Dos días después, Alberto Pineda Villa, El Borrado, se reunió conmigo en el Centro Comercial Tepeyac, por calzada de Guadalupe, para darme las gracias por lo que había hecho, respecto a su detención en Colombia. Los hermanos Pineda Villa hacían negocios por su cuenta de ellos hasta el 2003, cuando se pusieron a las órdenes del Cartel de Sinaloa”, explicó María Fernanda o El Richard. “Nosotros, que teníamos el control sobre la plaza de Zihuatanejo, mandamos a Alberto y Mario para que estuvieran al servicio de Arturo Beltrán Leyva en ese lugar y de Acapulco”, añadió.
Además, por instrucciones de El Mayo Zambada, se les encomendó que en Morelos cooptaran servidores públicos que estuvieran dispuestos a colaborar con la organización. “Yo mismo le di instrucciones a Alberto Pineda, El Borrado, para que por órdenes de El Mayo Zambada buscarán servidores públicos que estuvieran dispuesto (sic) a colaborar con la organización”, precisó.
Los hermanos Pineda Villa formaron un grupo de sicarios al que llamaron Los Pelones (antecedente del grupo criminal Guerreros Unidos) y operaba en todo Guerrero y Morelos, y estaba bajo el mando de Arturo Beltrán Leyva, explicó el hijo del Mayo Zambada quien se volvió testigo protegido. Sin embargo, indicó que a raíz de la ruptura entre El Chapo Guzmán y los Beltrán Leyva, El Borrado y el MP cortaron su comunicación con él.
Volví a saber de ellos, agregó, en mayo de 2008 cuando me dijeron que Arturo Beltrán Leyva mandaba decir que tratáramos de solucionar los problemas que había para no entrar en conflicto. Les dije que eso lo tenía que ver con Joaquín Guzmán, que no era una decisión que yo pudiera tomar, pero le pregunté a Alberto Pineda que si él y su hermano serían leales al Cártel de Sinaloa, y me respondió que estaban con Arturo. Fue la última plática con ellos.
Respecto a El Molón, María Fernanda comentó que Salomón es otro de los Pineda Villa, a quien conoció en una casa de Toluca también en 2003, unos tres o cuatro meses después de haber conocido a Mario y Alberto. El Molón y sus hermanos operaban en Guerrero, así como en el sur de la ciudad de México que era su zona preferida, ya que les quedaba cerca de la caseta de salida de la ciudad de México. “Varias veces se les recogió los cargamentos (de drogas) en el sur de la ciudad”, apuntó.
El MP y El Borrado tuvieron diferencias con Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, por la forma en que actuaba el grupo de sicarios Los Pelones comandado por los hermanos Pineda Villa, pues sus incursiones en las principales ciudades de Morelos y Guerrero eran precedidas de secuestros, asesinatos, provocando que se reforzaran los operativos y acciones de seguridad en contra del Cártel de los Beltrán Leyva. Ambos hermanos fueron asesinados por órdenes de El Barbas. El Molón se salvó porque estaba en prisión.
Respecto a la forma en que Salomón Pineda, El Molón, se encargaba de distribuir la droga en México y del traslado de ésta hacia Estados Unidos, en específico a la ciudad de Atlanta, el hijo del Mayo Zambada respondió ignorar la manera en que era distribuida la droga.
“Yo únicamente le entregaba personalmente la droga y él me pagaba”, narró.
Pero para el secretario habilitado como juez en aquel momento en el Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales, esos antecedentes y esa declaración no tuvieron valor alguno bajo el argumento de que “según la mecánica en que se desarrolló la declaración, se advierte que dicho testigo fue inducido para rendir su testimonio en la forma en que lo hizo, ya que el agente del Ministerio Público investigador le mostró diversas fotografías, entre ellas la del sujeto activo (el acusado)”.
Es más, acusó al fiscal federal de violentar el artículo 289 del Código Federal de Procedimientos Penales, al inducir a declarar al testigo en los términos en que aparece su declaración. Por eso, fustigó, no se le otorga valor probatorio a esa declaración, y en específico a las imputaciones que se hacen con motivo de las fotografías que tuvo a la vista el referido testigo.
Aunque igualmente existía un reporte policíaco sobre la forma en que se realizó la captura de El Molón, junto con varios integrantes del Cártel de los Beltrán Leyva. Sin embargo, el administrador de justicia replicó que en el citado parte informativo “no se advierte la existencia de dato alguno que permita vincular al inculpado con la organización delictiva y por tanto en el delito de delincuencia organizada, pues en su caso, dicho medio de prueba únicamente demuestra que el aludido procesado se encontraba en ese lugar, el día de los hechos, lo cual, según el fallo, no implica que éste pertenezca a la organización delictiva”.
Pero lo más contradictorio de este veredicto que para el Consejo de la Judicatura Federal no fue motivo de revisión alguna, es que el mismo funcionario judicial señala que para nada importa el hecho de que el propio acusado, o sea El Molón, haya reconocido saber y estar al tanto de que sus hermanos Mario y Alberto Pineda Villa, El MP y el Borrado, respectivamente, realizaban actividades ilícitas con el grupo llamado de Los Beltrán Leyva, aunque en su descargo aclaró “no saber” qué tipo de ilícitos cometían.
Por otra parte, de las declaraciones rendidas por los codetenidos Conrado González Moreno, Quintín Diego Rogel, Enrique Cervantes Martínez, Edmundo Ledesma García, José Rentería Morales, Alejandro Nava Gutiérrez, Luis Javier Torres González y Rafael Segovia López, se supo que el día de los hechos, se encontraban en la citada casa por un banquete que se iba a ofrecer, cuando intempestivamente irrumpieron agentes federales y los detuvieron. Ninguno aceptó tener relación con El MP y El Borrado, motivo suficiente para demostrar al funcionario judicial que no pertenecían a la organización delictiva.
En suma, el secretario habilitado como juez concluyó que las pruebas recabadas por la fiscalía fueron “endebles jurídicamente” para acusar a El Molón. Así, frente a la ineficacia de las pruebas analizadas, resulta imposible tener por acreditada la responsabilidad penal de Salomón Pineda Villa en el delito de delincuencia organizada y en el de delitos contra la salud en su modalidad de contribuir de cualquier forma a la ejecución de éstos.
Pero también había otro cargo que enfrentaba El Molón: acopio de armas y cartuchos de uso militar exclusivo. Pero igualmente, el funcionario judicial se basó en el hecho de que en el reporte policíaco había una falla de origen, pues aun cuando se aseguraron diversas armas y pertrechos para éstas “nada se dice respecto a que éste de manera directa estuviera en posesión de cinco armas y cartuchos, ni ningún otro tipo de arma”.
Pero nuevamente un criterio contradictorio se muestra en el fallo judicial, pues si bien se precisa que en el citado domicilio se aseguró armamento, esto no implicó –según el citado secretario habilitado como juez– que El Molón tuviera conocimiento de su existencia, mucho menos que tuviera disponibilidad sobre los mismos, pues deambular en dicho domicilio (que era de sus padres) le era restringido, pues no habitaba ahí.
El caudal probatorio no arrojó datos suficientes que tengan por demostrada plenamente la responsabilidad del acusado en la comisión de los delitos, remató el veredicto que en 2013 absolvió a El Molón y quien hoy en día se encuentra prófugo y es considerado por la PGR y organismos de inteligencia como el jefe de plaza de Guerreros Unidos en Iguala, donde su hermana y cuñado, María de los Ángeles Pineda Villa, y el ex alcalde de Iguala del PRD, José Luis Abarca Velázquez, reinaban en complicidad con la banda de Los Guerreros Unidos.
Pero eso no importó al Poder Judicial Federal, cómo tampoco a la Procuraduría General de la Republica que nada hicieron para investigar cómo pudo ser absuelto El Molón en 2013 y así seguir siendo, hasta hoy, uno de los jefes del grupo criminal que ha puesto en jaque al gobierno federal y al país completo ¿No vale eso para seguir buscando al El Molón?