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MÉXICO, DF, 1 de mayo de 2015.- La presencia de familiares de estudiantes desaparecidos de Ayotzinpa, así como un grupo de trabajadores jornaleros de San Quintín, dieron un aire por primera vez más humano y menos burocrático a la manifestación del Día Internacional del Trabajo, que se realiza año con año, el 1 de Mayo en la Ciudad de México.
Padres y madres de los normalistas desaparecidos desde hace siete meses, iniciaron su nueva manifestación en la capital mexicana, que partió del Ángel de la Independencia poco después de las 11 de la mañana y su primera parada la realizaron en el denominado Antimonumento – una representación del número 43 a una escala superior a los tres metros de altura – colocado en el cruce de Avenida Reforma y Bucareli.
Ahí los familiares, además de compañeros de los estudiantes ausentes hicieron uso del micrófono para anunciar a la población mexicana que su ausencia pesa cada día más. “Nuestro contingente todavía los sigue buscando”, afirmaron.
“Todavía seguimos en pie, exigiendo justicia, y a lo largo de cuatro meses y cinco días, el gobierno federal, y estatal, no han podido presentar con vida a nuestros 43 compañeros”, expresó uno de los muchachos guerrerenses.
Posteriormente otro joven, que tampoco quiso dar su nombre por temor a represalias, hizo uso del micrófono para criticar a la PGR y a su ex procurador.
“La supuesta verdad histórica de Jesús Murillo Karam es un mito callejero de la Procuraduría General de la República, que quiere tapar el caso Ayotzinapa, como muchísimos casos que han sucedido en la historia de México”, remarcó.
En este contingente, que de acuerdo con datos preliminares de autoridades del Distrito Federal, congregó a cerca de 5 mil personas, se incluyeron varios cientos de ex trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas, quienes prometieron públicamente resguardar el Antimonumento a fin de que ninguna autoridad intente quitar este recordatorio que pone en deuda a las autoridades federales y de Guerrero, para con decenas de familias.
Acompañados de distintos sindicatos independientes, además de organizaciones civiles, grupos de estudiantes, integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación de Michoacán, entre otros, los padres y madres de los jóvenes de Ayotzinapa se mantuvieron en la vanguardia, hasta poco antes del Hemiciclo a Juárez, zona en la que el grupo de representantes de trabajadores jornaleros de San Quintín Baja California, hicieron su aparición.
Los trabajadores agrícolas (quienes en distintas entrevistas han explicado las condiciones infrahumanas a las que se han visto sometidos por empresarios agrícolas al Norte de México) fueron de inmediato bien recibidos en este amplio contingente que se distinguió por estar conformado por gente a la que le han quitado algo: los hijos, el trabajo, su sindicato, un salario mínimo, o prestaciones de ley, entre otros.
A la altura de Bellas Artes, apareció súbitamente Martin Esparza, líder del extinto Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), quien en una actitud de protagonismo puro, se colocó a la vanguardia de la marcha justo al lado de los jornaleros.
Y aunque algunos fotógrafos solicitaron al líder del SME, colocarse a un lado de la marcha a fin de que se pudieran tomar distintos gráficos de los jornaleros, Esparza simplemente hizo caso omiso a estas solicitudes: siguió su camino con actitud seria, portando lentes oscuros, camisa blanca planchada y almidonada.
Dicho sea de paso, dos minutos antes de que el grupo de manifestantes arribara a la plancha del Zócalo, Martin Esparza, dejó súbitamente al contingente y se perdió entre la muchedumbre.
“Ustedes piden aumento de salario, nosotros a nuestros hijos”
En un amplio templete colocado justo enfrente de Palacio Nacional, familiares de las víctimas colocaron imágenes de sus hijos, y algunos de ellos expresaron una vez más, el desgarrador dolor que cualquier padre siente al saber a su hijo ausente.
Tal es el caso de doña Joaquina García Velásquez, madre de uno de los 43 jóvenes desaparecidos. “Ustedes piden aumento de su salario, ustedes piden lo de su trabajo. Nosotros lo que andamos exigiendo es justicia por nuestros hijos y su aparición”, sentenció.
A siete meses con cinco días de la desaparición de nuestros hijos, prosiguió, “el Gobierno nos dice que ya están muertos y que ya nos vayamos y asimilemos el dolor. Yo le pregunto al (gobierno) que si tuviera un hijo desaparecido o muerto, iba asimilar su dolor rápido. Desgraciadamente los pobres no tenemos justicia”, finalizó.
Uno no de los últimos contingentes que arribó al Zócalo de la Ciudad de México, en este 1 de Mayo, fue el de los denominados anarquistas, un grupo de no más de 20 jóvenes de los cuales tres o cuatro estuvieron embozados, y no causaron conflictos.