Mujeres mexicanas memorables (6)
Los fantasmas del 68 todavía inquietan a los mexicanos: más de la mitad piensa que 46 años después del Movimiento Estudiantil de 1968 existen condiciones para que se repita y quizá también la Matanza de Tlatelolco. La idea sacude la mente de buena parte de la sociedad y al parecer igualmente la del gobierno, quizá de allí la razón de su pronta respuesta al surgimiento de un movimiento de protesta en el Politécnico Nacional, que de la noche a la mañana sacó a la calle a miles y miles de estudiantes en una rebelión contra lo que consideran imposición de una dirección alejada de las bases.
El peligro de una revuelta estudiantil como la del 68 es actual, creen 54 de cada cien ciudadanos encuestados por Gabinete de Comunicación Estratégica en un estudio de opinión -que incluyó 600 llamados telefónicas a hogares de todo México- y que dejó ver que 46% de los consultados tiene la idea que el Movimiento Estudiantil de 68 ya no tiene influencia en las nuevas generaciones. Sin embargo, cada año miles de ex dirigentes estudiantiles, estudiantes y militantes de organizaciones radicales salen a las calles con una consigna de fondo “2 de octubre… No se olvida”.
Desde que la Matanza de Tlatelolco terminó con la vigorosa protesta estudiantil, que pasó de lo meramente estudiantil al levantamiento contra el viejo y monolítico régimen, la vinculación entre protesta estudiantil y demandas sociales y políticas ha sido prácticamente inexistente. La protesta de estudiantes se ha limitado en casi todas ocasiones a cuestiones meramente educativas o de reglamentos, sin traspasar a las calles y las demandas de la sociedad.
Las acciones de grupos como el CGH, #yosoy132 y otros, incluido el Politécnico que actualmente se alza contra las disposiciones de las autoridades educativas, no tienen vinculación con la sociedad. Los brotes de rebeldía en las universidades y otros centros de enseñanza nacen y mueren en los campus, no saltan a la calle, cuyos militantes ocupan sin lograr contagiar a la sociedad, quizá porque no hay identificación de causas.
Pero el mal sabor de la memoria y el final del 68 está presente en la cabeza de muchos ciudadanos, que entienden que el peligro de la rebelión social y la represión no son cosas del pasado
En este escenario potencial es que desde hace varios años la conmemoración de la Matanza de Tlatelolco es terreno de acción y lucimiento de grupos “anarquistas”. Las declaraciones retóricas sobre el 68 ya no llaman la atención, que es atrapada por la destrucción y provocación de los “anarcos”, a los que la autoridad tolera.
La encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica, levantada antes de que se dieran las primeras acciones de los estudiantes del Poli contra sus autoridades, dejó ver que 52 de cada cien ciudadanos tenía la idea que las protestas no servían para nada. Pero en un abrir y cerrar de ojos, los estudiantes del Politécnico cimbraron al gobierno y con dos o tres acciones callejeras multitudinarias sacaron de su despacho al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para que dialogara públicamente, en plena calle con la masa estudiantil.
La fuerza del naciente movimiento politécnico ganó respaldo en las escuelas politécnicas y quizá las simpatías de otros centros educativos, e incluso en ciertos círculos de la sociedad, pero, al parecer, sobre todo logró encender las alarmas en los círculos del poder y más allá de lo justo o no de las demandas de la masa estudiantil politécnica, el gobierno decidió que no hay por qué correr riesgos.
Los fantasmas del 68 vuelven como cada año, esta vez acompañados por espectros como la violencia ¿sinrazón de los anarquistas?, un ataque mortal de policías municipales de Iguala contra estudiantes de la radicalizada normal de Ayotzinapa y los señalamientos contra miembros del Ejército involucrados en la matanza de Tlatlaya. El gobierno quería terminar con el conflicto en el Politécnico antes del 2 de octubre.
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