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MÉXICO, D.F., 11 de septiembre de 2014.- Un 11 de septiembre de 1987 tres supuestos atracadores entraban en la residencia del músico jamaicano Peter Tosh, en Barbican Road, Kingston, y le quitaban la vida junto con el popular locutor Jeff Dixon, alias Free I, y el amigo de estos, Wilton Brown.
Su nombre real era Winston Hubert McIntosh, y junto con Robert Nesta Marley Booker y Neville O’Riley Livingston, más conocidos como Bob Marley y Bunny Wailer, fundaron en 1963 The Wailers, el grupo jamaicano que internacionalizó e inmortalizó el género musical reggae en todo el mundo.
La trayectoria de Tosh, que tanto tocaba el órgano como la guitarra, con The Wailers, duró 12 años y temas como ‘Get Up Stand Up’, ‘Downpressor’, ‘No Simpathy’ o ‘Four Hundred Years’ fueron el sello de contenido social que más caracterizó al músico.
Tras su marcha en 1975, por problemas con el productor inglés Chris Blackwell de la discográfica Island Records, inició una carrera en solitario que empezaría con Legalize It, un disco instrumentalmente excelso y pionero, donde el jamaicano haría letras de denuncia y por la legalización de la marihuana. Así pasando por otro álbum como Equal Rights, Bush Doctor y otros más hasta el No Nuclear War que fue su último trabajo en estudio.
Varias leyendas envuelven la muerte de Tosh, entre ellas, que el ataque que sufrió en su casa fue perpetrado por policías que veían con malos ojos el discurso izquierdista del músico. En todo caso, el autor intelectual del crimen, Dennis ‘Leppo’ Lobba, se encuentra cumpliendo una condena de por vida en un penal de Kingston.
Ahora, familiares y adeptos a Tosh han empezado una campaña para hacer visible su legado en la finca que el artista tenía en la pequeña localidad de Belmont. Ahí, envuelta con bellos colores que representan la bandera de la religión rasta, se encuentra el mausoleo de Tosh, en dos hectáreas donde también celebran cada año un concierto conmemorativo.
Según explica el rotativo jamaicano The Gleaner, varias agencias turísticas ya están ofreciendo un tour que incluye la antigua residencia de Tosh en Belmont, donde el atractivo principal es un espectacular jardín donde el músico meditaba y hacía sus creaciones, una escuela con 100 años de antigüedad, la cual el jamaicano apoyo económicamente y la Iglesia del Nuevo Testamento, donde se presume que aprendió la pasión por la música de la mano de su madre Vera Cooke.
El objetivo es convertir el complejo en la Ciudad Peter Tosh y considerar la zona como patrimonio nacional.