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MÉXICO, DF., 20 de julio de 2014.- México presenta un déficit de bibliotecarios profesionales pues a la fecha se estima que entre 12 mil y 13 mil 500 han egresado de las ocho instituciones de educación superior que ofrecen una formación en la materia.
De acuerdo con la Dirección General de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) hay aproximadamente 7 mil 200 bibliotecas públicas.
“Si estimamos que cuando menos debe haber un bibliotecario profesional por biblioteca, nada más de esa red ya habría 7 mil 200 de ellos colocados. Si sumamos las bibliotecas universitarias, públicas y privadas, representa un déficit enorme en cuanto a la formación de estos profesionales en el país”, advierte José Mariano Orozco, director de la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA).
En entrevista con Quadratín México a propósito de la conmemoración, este lunes, del Día Nacional del Bibliotecario, el directivo asegura que el panorama laboral es muy favorable para quien estudie esta disciplina; sin embargo, la ENBA puede recibir apenas al 60 por ciento de los aspirantes debido a “falta de capacidad tanto de instalaciones como de personal profesional para la formación docente. Es un reflejo de la situación de la educación superior en México”, lamenta.
A un año de cumplir 70 años (se fundó el 20 de julio de 1945, bajo el mandato de Manuel Ávila Camacho, con Jaime Torres Bodet como titular de la SEP), la ENBA tiene ante sí la tarea de formar profesionales capaces de ser “un vínculo entre el cúmulo de información que se genera a nivel mundial y el usuario que la demanda”.
Orozco afirma que la imagen estereotipada del bibliotecario como una señora de falda larga y lentes pidiendo a los usuarios que guarden silencio quedó atrás. Hoy los bibliotecarios profesionales son expertos en el uso de las tecnologías de la información y si hace varias décadas el libro era la materia prima de estos profesionales, hoy lo es la información. Toda. Nacional e internacional. Impresa o en formato digital.
“El bibliotecario profesional es el que se encarga de seleccionar el material y clasificarlo para los planes de estudio según el tipo de biblioteca: infantil, escolar, especializada, universitaria, etcétera; para lo cual se requiere una formación intelectual y cultural muy sólida y también se encarga de depurar la información y determinar cuál es confiable, seria y científica, pues circula mucha información basura, sobre todo ahora con los medios electrónicos”, explica.
Otra de sus tareas, añade, es la localización y la recuperación de la información a nivel mundial de entre la enorme cantidad de bases de datos.
Una de sus actividades fundamentales es utilizar buscadores e instrumentos de cómputo para localizar la información, recuperarla, imprimirla o grabarla para hacérsela llegar al usuario específico que la demanda.
“El rol del bibliotecario profesional no es la tradicional imagen que tenemos de aquel trabajador que nos presta el libro en la mano. Es la parte intelectual entre la información a nivel nacional y mundial y el que la solicita”.
Aunque hace unas décadas la proporción de hombres dedicados a esta noble labor era mucho menor que la de mujeres (apenas un 30 por ciento de los estudiantes eran varones), cada vez la brecha se ha ido acortando más y actualmente se encuentra un 60 por ciento de mujeres en esta carrera y un 40 por ciento de hombres, y en ocasiones llega a situarse en un 55 por ciento contra un 45 por ciento, respectivamente.
En cuanto al perfil idóneo de quien decida dedicarse a esta profesión, el directivo destaca las siguientes aptitudes:
“Nosotros pedimos una persona que tenga una cultura general sólida, que le guste leer y las nuevas tecnologías, y esté al tanto de la información nacional e internacional.
La materia prima es la información. Necesitamos una persona empapada de lo que está ocurriendo de manera global, alguien que pueda platicar con el usuario y entender sus necesidades, interactuar con otras disciplinas, otros profesionistas; alguien que pueda desarrollarse en diferentes ambientes científicos, tecnológicos y humanísticos”.
Además de la ENBA, siete instituciones más ofrecen la carrera aunque con variantes en la nomenclatura: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y las universidades autónomas de Chiapas, Chihuahua, Estado de México, Nuevo León y San Luis Potosí, así como la Universidad de Guadalajara. Tan sólo en dos de ellas –la UNAM y la Autónoma de Chihuahua- cuentan con posgrados.
Para Orozco, es tiempo de que la ENBA madure y dé un paso más allá incorporando programas de posgrado y de educación continua. “Hay que pensar en un paso más allá, en un crecimiento, porque en cuanto a las instalaciones, la plantilla de personal y de trabajadores ya llegamos al tope y sí necesitamos dar un paso más con programas de posgrado y de educación continua”, dice.
En México, existen dos agrupaciones importantes del ambiente bibliotecario: la Asociación Mexicana de Bibliotecarios (AMBAC), fundada en 1954 -lo que la convierte en la más antigua del país- que agrupa a profesionales e interesados en la materia; y el Colegio Nacional de Bibliotecarios, A.C., que reúne a los profesionistas.