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CULIACÁN, 13 de febrero (Quadratín México).- Tras un viaje de siglo y medio en que fue vendida y exhibida, Julia Pastrana volvió a Sinaloa, su casa. Su cadáver permaneció, por décadas, en el sótano de la universidad de Oslo y acabó enterrado con todos los honores y rodeada de 30 mil flores.
Conocida como “la mujer más fea del mundo”, “mujer mono”, “híbrido maravilloso”, Julia Pastrana padecía en realidad hipertricosis lanuginosa e hiperplasia gingival, algo que le hacía tener vello abundante en todo el cuerpo y una mandíbula muy pronunciada.
Hablaba tres idiomas y poseía, además, voz demezzosoprano y habilidad para el baile y la guitarra.
A los 20 años fue vendida a un empresario mexicano con el que recorrió Canadá y Estados Unidos. Actuaba en ferias que la anunciaban como el eslabón perdido entre el humano y el orangután.
Se casó en Nueva York con un hombre que simultáneamente se convirtió en su agente y la paseó por Europa.
Murió en 1860 en Rusia, poco después de dar a luz a un hijo que heredó su condición y sobrevivió pocas horas. Su viudo siguió exhibiendo los cadáveres embalsamados de ambos hasta el fin de sus días.
Los restos de Julia pasaron entonces a manos de empresarios noruegos, que sufrieron un robo en el que el cuerpo del bebé quedó irreparablemente dañado. El de ella lo recogió la Universidad de Oslo, que lo había custodiado hasta ahora. Durante años permaneció en un sótano del que sólo lo ha conseguido sacar una mujer realmente terca.
La responsable de traer a Julia de vuelta a Sinaloa es Laura Anderson Barbata, una artista mexicana que tardó diez años en conseguir su objetivo.
Aunque la historia apenas es conocida en México, llegó a ser estudiada por Charles Darwin y la película italiana La Donna Scimmia (1964), de Marco Ferreri, está inspirada en ella.
“Sentí que era mi deber como artista mexicana y persona que fuera retirada [del sótano de la Universidad de Oslo] para volver a casa y ser enterrada en México, un país que no la conocía”, explica la encargada de devolverle la “dignidad” a Julia.
Así comenzó un complejo estira y afloja de la artista con la “gigante” Universidad de Oslo. Papeleos, apelaciones al Comité de Ética, denuncias en los medios… El proceso ha durado una década entera, y se ha agilizado tras recibir el apoyo del gobernador de Sinaloa, reconoce Laura.
Fue el Estado el que pagó la repatriación. Ella lanzó una iniciativa para donar flores a Julia por internet. De ahí salieron los 31 mil 400 alhelíes y gladiolos, que el martes apenas cabían en la tumba.
El martes, un féretro blanco de zinc llegó a Sinaloa y, después de una misa de cuerpo presente, recibió sepultura. Fue enterrado al doble de profundidad de lo habitual y cubierto de cemento para evitar profanaciones. Ya no volverá a ser abierto.
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