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Ese ha sido el destino de sus ancestros. Andar entre el monte cortando leña y cazando para sobrevivir. El bosque siempre ha sido su gran protector y proveedor.
Este proyecto de inversión del gobierno del estado en sociedad con los tarahumaras de los ejidos de San Alonso y San Rafael, en Urique, Chihuahua, forma parte de un Plan Maestro de Desarrollo Regional que tiene como propósito dar un nuevo impulso a la región mediante el turismo, actividad de la cual depende la economía de aproximadamente 6,000 familias de la región.
Uno de los principales objetivos del programa para fomentar la inversión en el campo y abrir nuevas oportunidades de trabajo a los ejidatarios y sus familiares se está cumpliendo. El otro objetivo, que sigan como dueños de sus tierras y las puedan trabajar como lo han hecho durante siglos, también.
Además de los jóvenes que trabajan directamente en el teleférico y la tirolesa, decenas de mujeres y hombres rarámuri venden artesanías que fabrican con sus propias manos. Cestos de palma, pulseras de chaquira, utensilios de madera, aretes, figuras en madera tallada e infinidad de curiosidades.
Como es costumbre en los rarámuri, ceden la palabra a los más viejos, a quienes consideran más sabios.
En este caso es don Manuel Frías Fontes, un hombre recio de aproximadamente 70 años quien, en 2002 como presidente del Comisariado Ejidal, comenzó las negociaciones para que fuera instalado el moderno teleférico y la tirolesa para atraer al turismo.
Se han contabilizado hasta 360,000 visitantes en un año en la zona del divisadero, por donde pasa el legendario tren Chihuahua-Pacífico. Ahora con las nuevas instalaciones, el número de turistas va en aumento para bien de todos los que habitan en las comunidades de la sierra.
Don Manuel, con la sabiduría que dan los años, explica que este proyecto nació con el objetivo de buscar alternativas de trabajo, de quitarle presión al bosque que durante siglos se han dedicado a explotar los recursos forestales.
El viejo patriarca cuenta que hace algunos años los ejidatarios buscaron alternativas de sobrevivencia local y regional. Lo que saltaba a la vista como uno de los renglones viables de solución con más futuro, era el turismo.
Esta visión coincidió con el punto de vista de las autoridades de los gobiernos estatal y federal, quienes propusieron el tendido del teleférico, siempre bajo la supervisión de la Procuraduría Agraria para poner a salvo sus derechos, refiere don Manuel.
Todo comenzó hace 10 años. Para instalar lo que ahora se considera una maravilla mundial.
Los promocionales turísticos del patronato que buscan atraer más gente hacia este lugar describen que el parque de aventura Barrancas del Cobre se localiza cerca de la estación del ferrocarril Chihuahua-Pacífico, conocida como El Divisadero.
En conjunto, ahí se puede disfrutar de la belleza natural de la zona y conocer de cerca la cultura ancestral de los tarahumaras que habitan la región.
El sistema de tirolesas está considerado como de los más largos del mundo, permitiendo vuelos con alturas cercanas a 450 metros y velocidades aproximadas a 120 kilómetros por hora. Cuenta con 10 “saltos” y tres puentes colgantes, así como varios senderos.
Se puede practicar rapel, escalada en roca y un pequeño puente colgante al que se accede por medio de un “salto de tarzán”; un restaurante con espectaculares terrazas y piso de cristal; milenarios senderos para caminar; renta de bicicletas de montaña; espacios para acampar, y paseos a caballo.
Lo mejor del viaje: el tercer teleférico más largo del mundo con tres kilómetros de cable sin torres intermedias.
Los guías explican que el teleférico se localiza en la estación divisadero, a un costado del mirador de Piedra Volada. Una cabina va en un sentido y, simultáneamente, otra cabina en sentido contrario. Dos cabinas de 60 pasajeros, con capacidad para trasladar a 510 personas por hora. Estas cabinas llegan al Mesón de Bacajípare, mirador que ofrece una imponente vista panorámica de la Barranca del Cobre, la Barranca Tararecua y la Barranca de Urique, esta última la más profunda: 1,879 metros.
Don Manuel precisa que el teleférico está únicamente en terrenos de San Alonso y ocupa apenas 15 kilómetros de terreno de las más de 26,000 hectáreas que tiene el ejido.
Se llegó al acuerdo de rentar esa parte por 30 años y los ejidatarios ya han comenzado a recibir el pago acordado por unos terrenos de uso común que antes no generaban ningún ingreso para nadie. El convenio fue firmado el 7 de julio de 2002. Como prestación adicional, el patronato que administra el parque pagará los 30 años de impuesto predial.
Pero en este caso, lo más interesante, lo verdaderamente importante, es que a poco más de un año de ser inaugurado el parque de aventura, –septiembre de 2010–, mucha gente, hombres, mujeres y ancianos de los ejidos de San Rafael, San Alonso y algunas comunidades “cercanas”, han encontrado en este desarrollo turístico una fuente de empleo e ingresos que les permite subsistir y desechar la idea de migrar a otras latitudes en busca de mejores oportunidades de vida.
El convenio establece que se dará prioridad a la gente de la región en la contratación de mano de obra para ocupar las plazas que se vayan creando.
Eligio Morales Quintero, presidente del Comisariado Ejidal de San Rafael, demarcación a la que pertenece el parque de aventura, a su manera, explica que este es un buen plan de trabajo para los “chavalillos”, pues son ellos, los del futuro, los que mejor se verán beneficiados.
–Los jóvenes son quienes mejor se han asimilado a esta nueva forma de trabajo y han atendido muy bien a la gente que viene de fuera. El plan del teleférico ha funcionado muy bien, sobre todo para la gente que vende sus artesanías. “Esa gente gana buen dinerito” vendiendo en sus puestos.
Eligio explica que los 261 ejidatarios se pusieron contentos porque cuando arrancó el proyecto les adelantaron tres años de renta. Ahora estudian la posibilidad de que les adelanten los otros 27 años y con ese dinero invertir para construir un hostal o algún tipo de servicio que le dé todavía más beneficios a la comunidad.
Con orgullo, don Manuel Frías cuenta que los ejidos de San Rafael y San Alonso fueron creados oficialmente mediante una resolución del presidente Lázaro Cárdenas en abril de 1936, con una dotación de tierras por 26,000 hectáreas.
San Rafael se llamaba antes Los Tázcates. Se convirtió en un punto importante debido a que era un descanso obligado en el avance de la construcción del ferrocarril.
El presidente Adolfo López Mateos inauguró la obra en 1961. Se necesitaron casi 100 años para realizarla, pero con su llegada se vivió una época de esplendor y desarrollo maderero, minero, turístico y comercial.
Fue una etapa de crecimiento. Los asentamientos humanos comenzaron a crecer y fue necesario dotar de terrenos para vivienda a las personas que aún se les llama “avecindados”. Gente que no forman parte del núcleo ejidal pero que ha vivido y trabajado aquí durante generaciones.
Con la mirada puesta en el horizonte, el patriarca dice que la región ha vivido muchos altibajos.
–La minería se acaba, la madera se acaba, el agua se acaba y a veces parece que no hay pa´onde.
Sin embargo, sonriente nos dice que este plan de turismo en la región está resultando muy bueno para la gente.
–Esto del teleférico no sólo beneficia a los ejidatarios. Ayuda a la gente de toda la región y sigue beneficiando a muchos. En el futuro beneficiará a más, asegura.
–Para poder hacer todo esto, sigue platicando, el apoyo de la Procuraduría Agraria ha sido definitivo. Es un apoyo incondicional, con asesoría legal, para que se hagan las cosas dentro de la ley. Siempre han estado pendientes de nosotros y son muy respetuosos de las decisiones de las asambleas.
El ánimo de la gente está al alza. Todo se ha llevado a cabo conforme a la ley, haciendo respetar los derechos de los legítimos propietarios de las tierras, con respeto absoluto a las resoluciones de las asambleas ejidales, supervisadas siempre por la Procuraduría Agraria.
El desarrollo del parque de aventura en la tarahumara apenas comienza y ya se ven los resultados. La gente de la región está trabajando. Se nota en su rostro la satisfacción.
QMex/fsf/arm