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CIUDAD DE MEXICO, 3 de septiembre (Quadratín México).-Con la satisfacción reflejada en el rostro, los ojos aun humedecidos por la emoción contenida, Felipe Calderón vio de frente a líderes de los sectores político, económico, social y religioso, a sus colaboradores y amigos, que le propinaron cinco minutos de aplausos, luego de que el primer mandatario reconociera que sí, cometió errores, al tiempo de acotar que siempre actuó por amor a México.
Así concluyó su VI Informe de Gobierno, su último mensaje a la Nación como presidente de la República, comandante supremo de las Fuerzas Armadas: “Más allá de mis errores y mis limitaciones, he puesto toda mi voluntad y todo mi entendimiento en la construcción del bien común de los mexicanos. Me ha impulsado siempre un profundo amor a México”.
Hubo el momento de un leve reproche por la falta de reconocimiento a su labor: “ Jamás se recurrió a Estado de excepción, más allá de la polémica, éste ha sido un Gobierno que se ha puesto claramente del lado de los ciudadanos. Ya hemos hecho el esfuerzo más grande: Reconocer el problema, plantear una estrategia integral y avanzar hacia su solución… Y hay que decir que enfrentamos la amenaza criminal con las herramientas de un Estado democrático, sin coartar libertades ni derechos, e incluso, ampliando y fortaleciendo esas libertades y esos derechos”.
Tras ello, Calderon refrendó su orgullo: “Servir a la Patria es el más grande honor que puede tener un mexicano y servirla en momentos de dificultad, como los que nos ha tocado vivir, es un doble honor”.
Y se arropó con la ciudadanía que ha manifestado su aprobación a la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles: “Hemos enfrentado, ciertamente, momentos de zozobra y de dolor pero, ante el embate de una delincuencia sin escrúpulos, los mexicanos nos unimos para defender nuestras libertades y la seguridad de nuestras familias… El Ejército y la Marina están cumpliendo con su deber. Su deber es proteger al país. Y lo están haciendo con valentía y con entrega. Y por eso, cuentan con el apoyo y el cariño del pueblo”.
En este marco, Calderón Hinojosa agradeció el apoyo que recibió para ejercer su mandato: ”Yo estoy, personalmente, agradecido con todas y con todos ellos: los soldados, los marinos, los jefes, los oficiales, los generales, los almirantes, de nuestras Fuerzas Armadas. .. Para mí, ha sido el mayor de los honores el ser comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Siempre leales a las instituciones de la República y a los mexicanos.
Siguió la lista de agradecimientos, a la Policía Federal y por la Procuraduría General de la República; a quienes le dieron su voto hace seis años. Hubo un agradecimiento especial, “a los integrantes del Estado Mayor Presidencial, que gracias a sus leales servicios me fue permitido actuar con libertad y fuerza por México, a pesar de los riesgos en los que incurríamos”.
Y siguió la lista, en gran parte cargada de un matiz meramente protocolario, al agradecer el trabajo coordinado con los integrantes del Congreso y a los gobernadores y jefe del gobierno capitalino.
Por supuesto, hubo un reconocimiento particular a su gabinete, y con ello evocó dos de los episodios más tristes de su gobierno: “En estos seis años, sufrí la pérdida de dos mis mejores colaboradores y más cercanos amigos: Juan Camilo Mouriño y José Francisco Blake, quien hace un año, todavía, estaba con nosotros”.
Pese al emotivo momento, Calderón abrió un espacio para la egolatría al seguir el mensaje a sus colaboradores: “Gracias a ustedes y a todos los mexicanos, el próximo Gobierno contará con una plataforma sólida. Una plataforma sólida en seguridad, en economía, en política social, en política ambiental, que proyectará, estoy seguro, a México, a un futuro promisorio por el que trabajamos… Ya iniciamos la transformación institucional y México ha de perseverar en ella, si quiere ver mejores días”.
Al descubierto el sacrificio de la familia presidencial
Margarita Zavala, esposa del presidente, animaba a sus hijos a celebrar el discurso de su padre, María, la mayor, era la más entusiasta e incluso palmeaba en la cara de su hermano Luis Felipe, quien se mostraba más serio. El pequeño Juan Pablo sonreía a su mamá.
El eslabón mas fuerte en la cadena de agradecimientos, el presidente Calderón dio la explicación más difícil de su gobierno: “Quiero agradecer, especialmente, también, a mi esposa Margarita y a mis hijos: María, Luis Felipe y Juan Pablo, por su comprensión y su paciencia. Sé que cuando crezcan, se entenderá la verdadera dimensión de lo que con su amoroso apoyo, pudimos hacer por México y por otros millones de niños como ustedes”.
Felipe Calderón siguió con el orgullo por delante: “Termina esta tarea -de presidente- como tal. Como simple ciudadano seguiré sirviendo a la Patria apasionadamente hasta el final de mis días, agradecido del privilegio que me ha dado la vida de ser mexicano. Muchas gracias a todos y qué ¡ viva México!”
Fue tras estas palabras que recibió el aplauso más largo de todos, en ocasiones parecía apagarse, pero de inmediato era reavivado por sus colaboradores y amigos, ante algunas miradas envidiosas como la del priista Jesús Murillo Karam, actual presidente de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados.
Pero no acababan los momentos emotivos, el último, el fraterno abrazo con el ex secretario de Educación y actual senador panista, Alonso Lujambio.
Después, Calderón se despidió de mano y abrazos del mayor número de asistentes posible, parecía que estaba en campaña.
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