En un cónclave de 700 científicos, realizado en Ginebra, Suiza, se acordó que este año debe ajustarse una fracción de tiempo en los instrumentos atómicos de medición, porque la Tierra gira cada vez más de a poco y existe un “imperceptible desfase” que requiere intervención.
Explicó que si no se ajustara esa fracción, la hora científica (atómica) y la astronómica empezarían a desacoplarse lentamente hasta que algún día se llegara a contemplar el Sol en el cielo nocturno, aunque eso sucedería dentro de miles de años.
“La observación astronómica implica la corrección de una fracción de segundo, anualmente. Con la acumulación de esas pequeñas partes se llega a determinar que en tal año se realice la enmienda, pero del segundo completo”.
Esto se lleva a cabo, continuó el investigador, con base en la observación astronómica; es decir, si existe alguna falla en los relojes atómicos por cualquier motivo o fenómeno, ese escudriño de la bóveda celeste es imprescindible para no extraviar la precisión.
Tiempo atómico y astronómico
Un acuerdo internacional dicta que en 1970 fueron instalados dos tiempos estándares: uno de ellos, UT1, que se basa en la rotación de la Tierra, y el segundo, TUC, en el tiempo atómico.
La tarea principal del Servicio Internacional de Rotación de la Tierra (International Earth Rotation Service), es seguir estas dos normas para que no difieran entre sí más de 0.9 segundos, y en el momento que exista la necesidad de agregar un segundo adicional, dar aviso a la comunidad internacional.
“Los relojes atómicos lo que hacen es medir las vibraciones de oscilaciones de diferentes elementos químicos, como el Cesio, y de esa manera registrar la fracción de segundo a través de la frecuencia de esta emisión”.
Refirió que la precisión de los relojes atómicos es necesaria para coordinar el control de los telescopios espaciales desde distintos observatorios terrestres, o para calibrar el sistema GPS de posicionamiento global, que calcula la distancia del usuario a los satélites por el tiempo que tarda la señal en viajar hasta ellos.
El patrón de tiempo tradicional no es atómico, sino astronómico, marcado por el periodo de rotación de la Tierra sobre su eje.
Por ello, Flores Gutiérrez consideró que se debe seguir con la observación astronómica, porque una vez identificados los cuerpos que determinan o que son la base fundamental de la medición, que van a estar ahí por siempre, serán vitales para corregir cualquier anomalía que surja de los relojes atómicos.
En general, el tiempo es lo que transcurre entre dos sucesos, no importa cuáles. En el caso de la astronomía, aquél está estrechamente relacionado con la rotación de la Tierra, entonces el paso sucesivo de dos estrellas por algún meridiano es el que se mide, concluyó.
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