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CIUDAD DEL VATICANO, 3 de abril (Quadratín México).- El Papa Francisco definió este miércoles el rol de las mujeres en la Iglesia Católica como primario y fundamental, al recordar que fueron justamente ellas los primeros testigos de la resurrección de Cristo.
En la Plaza de San Pedro del Vaticano en su audiencia general de los miércoles y ante más de 30 mil personas, el pontífice afirmó que la misión de las mujeres es transmitir a los hijos y a los nietos que Jesús está vivo.
“Si la resurrección es un hecho inventado, no habría estado ligada al testimonio de las mujeres. Al contrario, son las mujeres los primeros testigos: esto significa que Dios no elige según los criterios humanos”, indicó.
Recordó que los primeros testigos del nacimiento de Jesús fueron los pastores, la gente simple y humilde, mientras las mujeres pudieron constatar primeras su resurrección son las mujeres, dos señales “muy bellas”, precisó.
“Las mujeres, en la Iglesia y en el camino de la fe, han tenido y tienen también hoy un rol particular en el abrir las puertas al señor. A las mujeres no les cuesta a creer que la fe se profesa con la boca y con el corazón, con la palabra y con el amor”, agregó.
A lo largo de su catequesis, pronunciada en italiano y traducida en diversos idiomas por los lectores (incluido el español), el líder católico criticó la “fe al agua de rosas”, es decir superficial y sin sustento.
“A menudo también entre los creyentes se han insinuado dudas sobre la muerte y resurrección de Cristo, que por el contrario son el corazón de nuestra esperanza. Si la esperanza es débil no es ni siquiera esperanza, si Cristo no resucitó vana es nuestra fe y nosotros permanecemos en nuestros pecados”, dijo.
Según Bergoglio las dudas sobre la resurrección nacen por superficialidad, a veces por indiferencia o porque uno se encuentra ocupado por mil cosas que se consideran más importantes de la fe, o quizás por una visión sólo horizontal de la vida.
“Pero es justamente la resurrección que nos abre a la esperanza más grande, porque abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno de Dios, a la felicidad plena, a la certeza que el mal, el pecado, la muerte pueden ser vencidos y esto nos lleva a vivir con más confianza la realidad cotidiana y a afrontar con ánimo y empeño nuestro presente”, apuntó.
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