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CIUDAD DE MEXICO, 13 de marzo, (Quadratín México).- Benedicto XVI dejó su puesto por su avanzada edad, su falta de fuerzas y vigor espiritual. Amén de los problemas generados por el llamado Vatileaks, la fuga de documentos y del informe secreto encargado por Benedicto XVI.
Los cardenales tenían el reto de elegir a un obispo de Roma firme, de ideas claras y fortaleza física. No necesariamente joven, pero si con edad suficiente para asegurar la estabilidad y los cambios necesarios para fortalecer a la Iglesia Católica en todo el mundo; el elegido fue Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco I.
Ya cuando Ratzinger fue elegido Pontífice se habló de una necesaria reforma del órgano de Gobierno de la Iglesia, aunque quizás ha sido la tarea pendiente del ahora Pontífice emérito.
Sin embargo, el nuevo Papa no puede demorar los cambios en una organización anquilosada en la que existe un gran cuello de botella en la secretaría de Estado. Muchos colaboradores pueden tardar meses en ver al Papa. La mastodóntica Curia tiene que racionalizar y
optimizar recursos para agilizar y hacer más transparente su misión.
Más allá de los escándalos que embistieron a la Curia durante casi ocho años, el pontificado del Papa teólogo dejó bien establecidas
las principales emergencias para la Iglesia.
La pérdida de fe en las naciones históricamente cristianas, la imparable sangría de fieles que ha condenado al “desierto espiritual” a varios países de Europa y una evidente incapacidad de diálogo con el mundo moderno, cada vez más ateo.
El Papa Francisco I tiene que afrontar importantes retos dentro de la Iglesia, como son una mayor colegialidad, la reforma de la curia,
para hacerla más eficaz y transparente, y potenciar la nueva evangelización en un mundo cada vez secularizado.
El pontífice debe proseguir con el desarrollo del Concilio Vaticano II, que no está agotado, y potenciar el ecumenismo en aras de la unidad de los cristianos.
El Papa Francisco debe canalizar las propuestas de los prelados, entre ellas una catequesis adecuada y el uso de nuevos lenguajes para mostrar a Cristo. Lo que se ha dado a llamar una Nueva Evangelización. Juan Pablo II inició este término sabiendo de la evolución del mundo de hoy. Benedicto XVI ha puesto los instrumentos para llevarla a cabo, creando incluso un Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización y ahora al nuevo Papa le corresponde aplicarla.
De su éxito depende buena parte el futuro de la Iglesia. Muchas zonas tradicionalmente religiosas necesitan de una verdadera reevangelización y aquí la Iglesia, comandada por una nueva hornada de obispos y de distintas realidades eclesiales tienen mucho que decir.
La secularización interna, es otro de los grandes retos a la vez que el principal mal que aqueja a la Iglesia. No puede evangelizar y
propagar su mensaje si los propios miembros de la Iglesia no tienen celo por el Evangelio. Hay sacerdotes e incluso obispos hacen dejación de funciones que afectan de manera directa en los fieles.
Un objetivo primordial es recuperar la esencia y abandonar experimentos. Los no creyentes y los alejados sólo podrán volver a la Iglesia Católica si realmente encuentran en ella la esencia.
La Iglesia que se encuentra Francisco I, tiene pendiente el asunto de la colegialidad, es decir la relación entre la Curia y los episcopados nacionales, uno de los puntos que quedaron sin resolver en el papado anterior.
El camino hacia la colegialidad es largo y según el teólogo heterodoxo Hans Kung, Roma sigue exhibiendo una Iglesia fuerte, absolutista, que reúne en sus manos los poderes legislativos, ejecutivos y judicial, que no tiene en cuenta la universalidad de la misma.
La reforma de la curia romana es urgente, sobre todo tras estallar el escándalo Vatileaks, que desveló intrigas y enfrentamientos en la curia, y tras comprobarse como no funcionó cuando Benedicto XVI levantó la excomunión al obispo lefebvriano Richard Williamson, cuando era conocido su negacionismo del Holocausto, y él lo desconocía.
El Papa Francisco debe proseguir, por expreso deseo de Benedicto XVI, las negociaciones con los lefebvrianos, que desataron un cisma en 1988, al ordenar a cuatro obispos sin el permiso del pontífice y que no reconocen el Concilio Vaticano II.
Otro punto es la escasez de vocaciones y la consiguiente disminución de sacerdotes. Cada día hay más parroquias sin sacerdotes y éstos tienen que cubrir varios pueblos. Ante este problema, vuelve a surgir el asunto del celibato.
El papel de la mujer es otro punto pendiente. Benedicto XVI, como Juan Pablo II, resaltó en numerosas ocasiones la labor de la mujer, pero ahí quedó e insistió en que no puede ser ordenada sacerdote.
Visto que no parece que los tiempos estén maduros para el sacerdocio femenino, las mujeres exigen una mayor participación en las tareas de la parroquia, al igual que los laicos.
La moral sexual es otro punto candente. La Iglesia es contraria a las relaciones prematrimoniales y al uso de anticonceptivos.
También rechaza el uso de preservativos contra el sida y considera la homosexualidad como una desviación. Los abusos sexuales han sido uno de los problemas más importantes más importantes y mediáticos que ha azotado a la Iglesia Católica en los últimos tiempos.
El Papa emérito pidió perdón en varias ocasiones pero el problema debe zanjarse y ser arrancado de raíz. Benedicto XVI puso los
pilares para evitarlo y ahora toca construir el edificio. La transparencia, la formación de los seminaristas y religiosos y el discernimiento a la hora de la admisión son temas cruciales. También lo son la atención a las víctimas.
La Iglesia debe recuperar la confianza perdida por la gente que ha quedado defraudada con su Iglesia y tener tolerancia cero judicial con los implicados en estos casos.
Relaciones con el Islam
El mundo islámico y las relaciones con China suponen dos de los retos geopolíticos y religiosos más importantes para el nuevo Papa. El islam crece en Europa y en muchos de los países en los que son mayoría los cristianos son discriminados y en algunos casos perseguidos y asesinados. Su acompañamiento y su defensa es una obligación. Conseguir un mejor trato un auténtico reto.
El caso de China es igualmente un quebradero de cabeza. En el país con más habitantes del mundo existe una iglesia oficial controlada por el Partido Comunista y que está en constante tensión con Roma y otra oculta que es perseguida. China se ha abierto al mundo pero sigue cercenando los derechos fundamentales de sus ciudadanos, entre el que está la libertad religiosa.
Las relaciones con el Islam sufrieron un retroceso con Benedicto XVI, tras recoger en un discurso la cita del emperador bizantino
Manuel II Paleólogo “Mahoma no había traído nada novedoso excepto la orden de extender la fe mediante la espada”.
Con los judíos las relaciones se deterioraron tras la decisión de Benedicto XVI de revocar la excomunión al obispo que niega el
Holocausto judío, tras declarar “Venerable” -primer paso a la santidad- a Pío XII, al que acusan de haber callado ante el Holocausto, y la recuperación de la plegaria del Viernes Santo en la que se pedía, antes del Concilio Vaticano, la “conversión” de los judíos.
QMX/fm/grr