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CIUDAD DEL VATICANO, 28 de febrero (Quadratín México).- En punto de las 20:00 horas, tiempo de Roma, y las 13:00 horas tiempo del centro de México, se hizo efectiva la renuncia del Papa Benedicto XVI y con ello inició al periodo de transición en El Vaticano.
Exactamente a las 20:00 horas vaticanas, la Guardia Suiza, encargada de la seguridad del Papa, concluyó su servicio en la puerta del palacio de Castel Gandolfo y abandonó el lugar, marcando el instante en el que Joseph Ratzinger se convierte en Papa Emérito.
De ahora en adelante la protección de Ratzinger correrá a cargo de la Gendarmería Vaticana.
No hubo ceremonia especial, ya que como establece el Código de Derecho Canónico lo único que hace falta es que el Papa renuncie en plenas facultades mentales y lo haga presente ante los cardenales, lo que ya hizo el pasado 11 de febrero.
Ratzinger tomó las riendas de la Iglesia católica el 19 de abril de 2005, cuando fue elegido sucesor de Juan Pablo II en el primer cónclave de este tercer milenio.
De acuerdo con el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, quien se ha quedado a cargo de la administración vaticana, los cardenales electores, responsables de elegir al jerarca católico, comenzarán sus consultas el lunes 1 de marzo, en las que definirán la fecha del cónclave.
La normativa vaticana establece que el cónclave de cardenales debe comenzar entre 15 y 20 días después del inicio de la Sede Vacante, pero gracias a un decreto de Benedicto XVI, llamado ‘motu proprio’, el plazo puede ser reducido.
Con este ‘motu proprio’, también han cambiado algunos puntos de la elección papal, como aumentar a ocho (antes eran dos) el número de ceremonieros, y que, si se da el caso, los dos cardenales más votados no puedan votar para evitar que uno pueda dar el voto al otro y así no ser elegido.
Además se incluye en la fórmula de juramento de los cardenales la pena de la excomunión en el caso de que violen el secreto de elección del Sucesor de Pedro.
Los cardenales electores deberán abstenerse de toda forma de pactos, acuerdos, promesas u otros compromisos de cualquier género que les puedan obligar a dar o negar el voto a otros.
Tampoco pueden hacer capitulaciones antes de la elección.
Ningún purpurado elector podrá ser excluido de la elección activa o pasiva por ningún motivo o pretexto, aunque el cardenal que crea en conciencia que no puede asistir o está enfermo puede no entrar en la Capilla Sixtina, que sigue siendo el lugar donde se eligen a los sucesores de San Pedro.
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