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CIUDAD DEL VATICANO, 4 de octubre (Quadratín México).- El obispo mexicano de Papantla, Jorge Carlos Patrón Wong, regaló al Papa Benedicto XVI una cruz tallada en madera de vainilla por indígenas totonacas originarios de su diócesis, que comprende parte de los estados de Veracruz y Puebla.
En entrevista con Notimex el prelado relató el encuentro que sostuvo con el líder católico la víspera en la Plaza de San Pedro del Vaticano, durante el cual no sólo le obsequió la artesanía sino que también le recordó su reciente viaje a México.
“Fue un encuentro humano y espiritual, porque cuando me acerqué a él le comenté que los sacerdotes del Colegio Mexicano están con él, oran por él y lo apoyan en su magisterio, inmediatamente volteó a verlos porque los había ubicado físicamente”, explicó.
En la audiencia general de los miércoles estuvieron presentes 120 curas provenientes de 45 diócesis mexicanas, quienes asistirán a cursos eclesiásticos en universidades adscritas al Vaticano y concluyeron el miércoles un retiro de cinco días impartido por el obispo Patrón.
Según refirió el sacerdote, durante la audiencia, los presbíteros cantaron “La Guadalupana” y por ello el Papa los reconoció, volteó a saludarles y le dijo: “son los suyos…”, él replicó “somos mexicanos”, entonces el pontífice exclamó: “¡Cantan bien!, ¡cantan bien!”.
“Esa fue una prueba de que nos reconoce y nos escucha, oye bien lo que decimos y lo que cantamos. Después yo le presenté un crucifijo de vainilla recordándole que hace dos años, cuando le traje una mitra también tallada en vainilla, me pidió: la cruz, la cruz de Cristo”, rememoró.
“Entonces le traje una cruz de vainilla que artesanos, gente muy sencilla de Papantla, realizó para él. La talló un grupo de indígenas totonacas, que cultiva la vainilla. Se trata de una cruz de mesa grande, con buen olor, que a él le gustó y la recibió con agradecimiento”, indicó.
Juan Carlos Patrón precisó que, en el encuentro de unos minutos, como mexicano y a nombre de sus compatriotas, expresó su “enorme gratitud por el gran don” que constituyó la visita apostólica a México de marzo pasado, durante la cual dejó un mensaje de paz.
Señaló que, en ese momento, el Papa tomó sus manos y las apretó con fuerza, algo que le llamó la atención porque generalmente son los fieles quienes acuden al obispo de Roma para tomarle sus manos.
“Ese apretón de manos significaba que aquel mensaje de agradecimiento le llegó al corazón”, ponderó.
“El sabe muy bien que Dios lo envió a México para ofrecer un mensaje de paz para todos y que México es diferente también gracias a su presencia”, estableció.
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