Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
Por J. Antonio Aspiros V. , Especial QMEX
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de junio, (Quadratín México).- Cuando Plácido Domingo se enferma, canta como para los dioses. Igual que cuando su fortaleza es plena. O así nos ha parecido las dos veces que lo hemos escuchado con pequeñas crisis de salud: en 1988 cuando estrenó los Cantos aztecas junto a la pirámide de la Luna en Teotihuacán y lo aquejaba un resfriado, y ahora que ofreció un emocionado concierto con motivo de los 60 años del Auditorio Nacional, pero advirtió: “Ayer pesqué un catarro en el momento menos oportuno, pero voy a cantar con toda el alma y con la voz que pueda”.
Fue una confesión de modestia porque sí pudo. Durante las casi tres horas que duró la función, el alma y la voz se hicieron una y grandiosa, y los casi diez mil asistentes aplaudieron, gritaron, tararearon, corearon y celebraron todas sus interpretaciones y a todas sus acompañantes.
Según el programa sólo cantaría ocho de las 14 piezas y las demás quedarían a cargo de las sopranos Ángel Blue (dramática con registro alto) y Micaëla Oeste (lírica de tono brillante), con quienes también hizo duetos y tercios. Pero la cifra, cuando menos se duplicó.
Así, el repertorio pasó, con uno o varios intérpretes, de lo clásico -Lehar, Strauss, Wagner, Puccini, Verdi- y los musicales -Mi bella dama, El hombre de la Mancha, El mago de Oz, West Side Story- a las tradicionales de Manuel M. Ponce (Estrellita), María Grever (Júrame) y, desde luego, Agustín Lara (Granada), con un toque plástico a cargo de la bailarina Nuria Pomares quien ejecutó la Danza española de Manuel de Falla.
Acompañados por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, esta vez dirigida por el maestro Eugene Kohn, Plácido Domingo y sus invitadas interpretaron también el acto 1 de El murciélago, de Strauss; Parla, siam soli. Sí, vendetta! de Rigoletto (Verdi) y Tonight, de Bernstein. Cuando cantaron en alemán el fragmento de Die Fledermaus, él dio primero una explicación sobre el argumento.
Esta vez el público no escuchó las versiones muy conocidas del tenor español como, por ejemplo, Payasos, Tosca o La Traviata, pero tampoco nadie las extrañó porque el concierto comenzó con el listón muy alto -El país de las sonrisas, de Lehar- y lo fue subiendo quién sabe si de calidad musical, pero sí de calidez pues la parte final fue, como siempre, con piezas de la que en un momento Domingo llamó “mi media patria”, México, junto con el Mariachi Vargas de Tecalitlán y, como invitada, Guadalupe Pineda.
El público entonó con él y se excitó de manera particular con El rey, de José Alfredo Jiménez, entre muchas otras conocidas canciones vernáculas que todos los presentes corearon con un entusiasmo tal, que probó la vigencia de la música ranchera.
Plácido Domingo expresó su complacencia por haber participado en la celebración del 60 aniversario del Auditorio Nacional. “A ver cuándo me alcanza (en edad)”, dijo el tenor dramático (tesitura que le permite interpretar algunos papeles de barítono) quien en enero pasado cumplió 71 años y actualmente es director general de la Ópera de Los Ángeles.
Con sus aplausos, los asistentes al Auditorio Nacional en la lluviosa noche del 20 de junio también refrendaron su reconocimiento al ser solidario que ayudó materialmente a muchas víctimas del terremoto del 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México y del huracán ‘Paulina’ (1997) en Guerrero.
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