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CIUDAD DE MÉXICO, 20 de agosto (Quadratín México).-Levantarse de nueva cuenta temprano; preocuparse por tener listos los útiles y el uniforme, conocer al nuevo maestro, abrir nuevamente espacios en la tarde para hacer la tarea, reencontrarse con amigos pero también con compañeros con los que no se llevan bien, son sólo algunos aspectos que pueden provocar estrés en los niños.
Así lo refirió en entrevista con Quadratín México la pedagoga Ana María Tavera, al explicar que esta presión de inicio de clases puede ser mayor en caso de que sea la primera vez en que el menor vaya a la escuela, porque si ha sido cuidado en casa, aún cuando ésta sea la de los abuelos o tíos, el hecho es que no ha salido nunca del seno familiar para enfrentarse a un medio totalmente desconocido, donde no cuenta con la seguridad de una protección total.
Si el menor ha sido cuidado directamente por la mamá o el papá en su propia casa, pues la tensión es mayor porque la separación de los padres da la sensación de “abandono” y la incertidumbre aumenta porque no tiene idea del funcionamiento de una escuela, porque nunca ha debido tratar a un maestro y porque va a conocer nuevos niños.
Es por estas razones que en ocasiones, apunta la profesora del Colegio Anglo, que los niños que van por primera vez a la escuela rompen en llanto, incluso cuando se trata de regresar a ella, sobre todo si han enfrentado situaciones hostiles, como maestros que aplican una estricta disciplina o a causa del bulliyng ejercido por otros alumnos.
Ante esto, señaló, los padres deben primero comprender que sus hijos enfrentan un regreso a hábitos y esto les causa ansiedad y estrés, por lo cual deben de ayudarlos a ajustarse poco a poco a retomar el sistema de horario de sueño, alimenticios, así como el destinado a las tareas.
Tanto papá y mamá, dijo, deben platicar con los menores sobre la importancia de la escuela, destacar los aspectos positivos y establecer acuerdos para los horarios de ir a dormir, levantarse de la cama, alimentarse, hacer tareas, de juego y diversión como ver la tele o usar el internet, cuidado de los útiles, etcétera.
El orden ayuda precisamente a evitar el caos en las tareas o en la preparación de útiles y uniformes, lo cual elimina una gran carga de problemas y tensiones familiares, recalcó.
Pero los padres también deben de prepararse para escuchar los temores de sus hijos, dudas e inquietudes. Escuchar a los niños y ponerles atención les da seguridad y confianza, porque así saben que cuentan con el respaldo de sus padres para hacer bien sus trabajos escolares y superar cualquier tipo de problema que pudieran enfrentar en la escuela, incluso en situaciones adversas ya sean provocadas por una maestra en extremo estricta o por agresiones de sus compañeros.
Y obviamente, puntualizó la profesora, los padres también tienen obligaciones que cumplir, como supervisar tareas y el cuidado de los útiles escolares; atender necesidades básicas como un buen desayuno y preparar un sano refrigerio, tener todo listo para y salir a buena hora de casa a fin de evitar el tráfico y retrasos para llegar al colegio, además de que deben de mostrar un buen ánimo para contagiarlo a sus hijos.
Algo primordial, subrayó, es motivarlos y felicitarlos en cada logro escolar, por mínimo que este pudiera aparecer, en caso de problemas de bajas calificaciones en algunas materias, se debe orientarlos antes de reprimirlos, a fin de que desde pequeños aprendan a superar sus fracasos y puedan ir por más y mayores logros.
La profesora Ana María Tavera hizo énfasis en que desde el primer día de clases y hasta la conclusión del ciclo escolar, los papás deben estar atentos a cambios de conducta que puedan revelar que sus hijos enfrentan problemas en la escuela, o incluso en el entorno familiar, a fin de poderlos ayudar a superarlos.
Algunos signos de alerta de que los niños enfrentan problemas son: llorar todos los días al entrar a la escuela, pues aún cuando sean muy pequeños y mimados esto no es normal; orinarse en la cama; simular e incluso presentar signos reales de dolor de cabeza, estómago, náuseas y otros; mostrar tristeza; mostrar signos de violencia como moretones; detectar baja de calificaciones sin motivo aparente.
En estos casos, hablar con los hijos es primordial, pero también tomar acciones como dirigirse a maestros y directores para comentar el problema y recibir orientación; denunciar cualquier hecho de violencia ya sea que provenga de otros compañeros o de los mismos maestros; incluso es necesario plantear ante profesores casos en que se considere que hay sobrecarga de tareas o extrema severidad en disciplina o al momento de aplicar calificaciones.
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