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Cuenta IMSS con 8 mil plazas para médicos residentes en 70 especialidades
De acuerdo a un estudio de la Red Mexicana de Aerobiología (Rema) de la UNAM, las biopartículas del freso, especie arbórea usada para la reforestación de la ciudad de México, aumentan el riesgo de que la población sensible sufra padecimientos como rinitis alérgica, conjuntivitis o asma bronquial.
María Carmen Leticia Calderón Ezquerro, coordinadora de la Rema, dice que tan sólo en el Bosque de Chapultepec hay aproximadamente ocho mil 600 árboles de fresno, mientras que Ciudad Universitaria tiene cerca de siete mil, áreas que se convierten en un riesgo para quienes corren por esas zonas y son sensibles al polen de Fraxinus.
Un estudio de granos de polen como bioindicadores de contaminación ambiental, muestra que al inhalarlos se puede potenciar el riesgo de alguna afección, que representan la epidemia del siglo XXI para la Organización Mundial de Alergia.
En el análisis de la exina o pared externa de diversos pólenes, realizado mediante microscopía electrónica de barrido por Guillermina González Mancera, de la Facultad de Química, se encontraron productos de combustión como el diésel y partículas de aluminio, silicio y azufre, entre otros contaminantes, pegados a la pared de los granos de polen.
Guillermo Arturo Guidos-Fogelbach, del Servicio de Alergia del Centro Médico Nacional Siglo XXI, encontró que los granos hallados en ratones, tenían partículas de diésel y otros contaminantes adheridos, y además presentaron una respuesta inflamatoria.
Calderón Ezquerro y estudiantes de licenciatura y posgrado (Tania Robledo, Ivonn Santiago, César Guerrero, Marisol Olivé, Virginia Andrade y Fidel Fuentes) del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, reportaron que durante el invierno (diciembre a marzo) hay una gran cantidad de polen con alta alergenicidad, además a partir del mediodía se comienza a incrementar.
La Red Mexicana de Aerobiología también detectó la presencia de proteínas de polen en polvo colectado del aire, las que al salir del grano se pegan a aerosoles o a pequeñas partículas en la atmósfera. Eso explica por qué la gente puede seguir con respuestas alérgicas, aunque el grano de polen ya no esté en el aire, pues continúa con la inhalación de proteínas alergénicas.
Vegetación alérgena
Además del polen del fresno, hay de otros árboles, malezas y pastos con alta alergenicidad que se encuentran en el aire que se respira en la capital del país.
En Coyoacán y Miguel Hidalgo (con 56 y 51 tipos polínicos, respectivamente), predomina Fraxinus, y en Iztapalapa (con 37) y Cuajimalpa (con 49), Cupressaceae, de alta alergenicidad.
En las barrancas de Cuajimalpa crecen pastos y malezas alergénicos; además, se encontró polen que no hay en otras zonas, pues en casas, escuelas y campos de golf de Santa Fe “tienen plantas ornamentales introducidas”.
En Iztapalapa (donde se ubica una estación de monitoreo de la REMA), aunque es una zona seca y con poca vegetación, también se detecta, aunque en bajas concentraciones: menos de 50 granos por metro cúbico de aire.
Sin embargo, dijo Calderón, con eso basta para que una persona alérgica que vive en esa zona pueda ser afectada. Hay umbrales: entre tres y 50 granos de polen pueden generar una alergia, según la sensibilidad de cada sujeto.
En las delegaciones Miguel Hidalgo y Coyoacán, las concentraciones de Fraxinus llegan a ser altas. El Índice Polínico Anual llega hasta los tres mil 200 y tres mil 500 granos por metro cúbico de aire.
Las concentraciones de malezas son bajas, pero se encuentran a lo largo de todo el año. Ocurre lo mismo con pastos o gramíneas: van de 55 a 100 granos de polen por metro cúbico (m3) de aire, acotó la especialista.
Aunque “bajitas y constantes”, inhalarlas es como fumar “cinco cigarros diarios”, suficientes para que después se padezca alguna enfermedad. Ocurre “lo mismo con los pólenes, si la gente es sensible”.
Enfermedades alérgicas
Los pólenes de árboles, malezas y pastos (silvestres y cultivados, desde cereales hasta especies ornamentales) son agentes causales de enfermedades, principalmente rinitis alérgica y conjuntivitis (picor ocular y lagrimeo), aunque también de asma, espasmos bronquiales y urticaria.
Eso muestra un estudio preliminar realizado en más de mil 500 expedientes de los pacientes que atienden los servicios de urgencias y de alergias del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER, Dr. Luis Terán), del Centro Oftalmológico Conde de Valenciana (IOCV, Dra. Ma. Carmen Jiménez) y del Centro Médico Nacional Siglo XXI (G. Guidos).
En el INER, por ejemplo, según pruebas cutáneas aplicadas, el mayor porcentaje de estos pacientes respondieron primero a pólenes y luego a otro tipo de partículas inhaladas, alimentos y hongos.
Los casos de polinosis en el INER por árboles fue de 73 por ciento; pastos, 60 por ciento, y malezas, 36.
Las alergias por edades, en los tres centros hospitalarios, se dan con más frecuencia entre los cinco y 20 años, y ésta es la población más vulnerable a la exposición.
Por género, “encontramos que las mujeres responden más que los hombres”. Pero puede ser un poco engañoso, porque ellas acuden más al médico.
Hay pacientes que son sensibles a diferentes tipos. En el INER, por ejemplo, seis por ciento de los sujetos reaccionaron a uno, dos, cinco y nueve tipos polínicos diferentes de árboles y pastos, y aproximadamente el uno por ciento respondió hasta a 13 tipos polínicos de árboles, nueve de pastos, y seis de malezas.
De acuerdo a un comunicado emitido por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los ingresos a esos nosocomios coinciden con las concentraciones de pólenes más altas registradas en el aire de la Ciudad de México por la REMA. Se incrementan en enero, febrero y marzo y, posteriormente, en junio y julio.
QMex/mmv