Morenistas, enterradores de democracia: Noemí Luna
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de noviembre (Quadratín México).- La versión de que Emilio Chuayffet Chemor abandonaría su breve retiro de la política para asumir la cartera de secretario de Educación Pública en el gabinete de Enrique Peña Nieto, provocó prurito en el Partido Nueva Alianza y, por ende, en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que de antemano lo vetó porque no es educador.
Según la diputada federal y maestra Lucila Garfias Gutiérrez, además coordinadora de la bancada de Nueva Alianza en la Cámara baja, Chuayffet Chemor es político y no maestro de carrera, perfil que para el SNTE es el idóneo en quien ocupe la importante cartera de la SEP.
Desde finales de la semana anterior, trascendió que el ex gobernador del Estado de México y ex coordinador de los diputados federales del PAN, amén del ex secretario de Gobernación, está a punto de hacer realidad su sueño de ser secretario de Educación Pública.
Pero el sueño de Emilio es la pesadilla de los altos mandos del Partido Nueva Alianza y del SNTE que, en estricto sentido de mando piramidal debe leerse: Elba Esther Gordillo Morales, quien ha aspirado a ese cargo, o por lo menos que alguien de su cerrado grupo ocupe la cartera en una especia de pinza que se cerraría en el control del sector educativo nacional. Y ello a contrario sensu de que no se puede ser juez y parte.
Evidente: la maestra no puede manifestar el veto al eventual nombramiento de Emilio Chuayffet. Por ello, la diputada Lucila Garfias Gutiérrez planteó las condiciones, sin que éstas lleven la estridencia del veto contundente. Digamos que la maestra y coordinadora de la diputación federal neoaliancista deslizó lo que para Nueva Alianza es el perfil idóneo del sucesor del doctor José Ángel Córdova Villalobos: debe ser maestro. Y punto.
Así, en declaraciones de inicio de semana, Garfias Gutiérrez sostuvo que el responsable de la política educativa nacional debe tener conocimiento del sector al que va a dirigir, porque es fundamental para el desarrollo del país. Y puntualizó:
“Quien esté al frente de la SEP ojalá sea un maestro, porque casi siempre han mandado a gente para estar al frente de la Educación a quienes no tienen idea; debe ser alguien que tenga el diagnostico de lo que se ocupa”.
Y, bueno, por si alguna duda queda de quién realmente plantea las condiciones y veta a Chuayffet, sólo hay que atar el cabo de esta referencia de la legisladora, en torno de que, quien quede al frente de la SEP, deberá impulsar una gran reforma educativa, para revisar a fondo la enseñanza nacional. Lo mismo que, en el arranque de la última década del siglo pasado movió a los distanciamientos del entonces secretario de Educación Pública, Manuel Bartlett Díaz y la maestra Gordillo Morales que recién había llegado a ocupar el cargo del defenestrado Carlos Jongitud Barrios en el liderazgo del SNTE.
Vaya, pues, la insistencia de la maestra Gordillo en el mensaje de la también maestra Garfias Gutiérrez de que desde hace años el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha recomendado que el titular de la SEP sea un maestro o un especialista en la materia, por lo que para este sexenio pedirán lo mismo. ¿Más claro? ¿Y qué tal si Emilio llega al cargo?
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