Morenistas, enterradores de democracia: Noemí Luna
CIUDAD DE MEXICO, 3 de octubre (Quadratín México).- “Alonso nos deja como lección, vivir intensamente, aferrarnos a la vida, y vivir cada momento, cada vez que se pueda como el Pirata del Senado”, apuntó con la voz entrecortada por el sentimiento propio de una irreparable pérdida y una leve sonrisa al recordar la pasión y chispa de un gran amigo, el presidente Felipe Calderón Hinojosa en el homenaje póstumo que se rindiera al senador Alonso Lujambio.
Entre los muros de Palacio Nacional, el edificio histórico que más amaba Alonso Lujambio, aun resonaban las percusiones, flautas, violines, piano, arpa, flautines y trompetas, de la Orquesta Mexicana de las Artes, que ejecutó magistralmente el Danzón No. 2, de Arturo Márquez, también una de sus piezas favoritas, dándose otro de los momentos más emotivos pues en las pantallas gigantes se entremezclaba el deleite del director y los músicos al tocar sus instrumentos, con el rostro que reflejaba la mirada penetrante y enigmática sonrisa capturados en una de las fotos de Alonso Lujambio, quien se nombró a sí mismo el Pirata del Senado.
Así lo señaló el primer mandatario, al relatar el festejo del cumpleaños número 50 de Alonso Lujambio, pocos días antes de su fallecimiento, donde cantaron y platicaron de sus vivencias, como aquella en la que le presentó todos los escritos e incluso una novela inédita de su padre, Luis Calderón Vega: “El tiempo que vayas a vivir hazlo intensamente, le dije; me respondió que sería el Pirata del Senado… Te quiero mucho, nos dijimos y nos despedimos… No puedo dejar de mencionar que el Pirata del Senado llegó a disfrutar de su Isla del Tesoro”, pues su pasión por la democracia y la historia de México, lo llevaron inevitablemente a incursionar en la política, e incluso aspiró a la candidatura presidencial, ilusión que fue obligado a abandonar por la enfermedad, pero aun con ello, llegó a ser congresista.
Felipe Calderón no pudo evitar referir que durante su mandato ha perdido a otros colaboradores y amigos, como Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora. “Le agradezco a Alonso que no fue súbita –su partida- que hubo tiempo de platicar de la amistad y abrazarnos, de saber lo valioso que es vivir cada momento”.
Tampoco pudo evitar, con esfuerzos para no derramar las lágrimas, hacer una reflexión: “No dejo de pensar que habiendo tanta gente perversa y negativa, la muerte se lleve a los mejores y más queridos… Creo en la libertad humana, no en el destino, no pienso que la voluntad divina pueda infligir un dolor así, nada más”, al tiempo de referir que la ciencia aun no ha logrado superar males, como el cáncer.
Al remembrar que desde 2011 se presentó el cáncer de médula, que devastó su fortaleza física en octubre pasado, Felipe Calderón defendió el actuar de Alonso Lujambio como secretario de Educación Pública, al lograr los acuerdos inéditos para emprender la Evaluación Universal y la Prueba Enlace, para elevar la calidad en la educación.
Calderón reprochó a quienes criticaron las acciones de Lujambio, porque “nunca se comprendió el trabajo conciliación, política real” que fue capaz de concretar.
De igual forma, reprochó a quienes criticaron acremente a Lujambio por su labor en los festejos del Bicentenario que, enfatizó el presidente, ha dejado como herencia monumentos, museos, calles, obras públicas, que serán remembradas por los mexicanos en el próximo centenario de la Independencia y Revolución Mexicana.
“El profundo amor por México hizo –a Lujambio- darnos una última lección de orgullo, coraje y dignidad, regresó a nuestro país para cristalizar uno de sus más caros anhelos, tomar protesta como Senador de la República, y estoy seguro que con su talento, elegancia y verticalidad material y moral, hubiera sido uno de los mejores senadores de la República… Llegaba a la política para dignificarla, aunque su salud declinaba, llegó n plenitud de su vida”.
Las menciones de la trayectoria académica y pública de Alonso Lujambio fue inevitable, ante la congregación de la clase política del PAN, de la presencia del gabinete en pleno, destacándose como fundador de instituciones trascendentales en la transformación de México, como el Instituto Federal de Acceso de la Información (IFAI) y el Instituto Federal Electoral (IFE), en este último el mayor reconocimiento fue su labor como consejero presidente, al investigar a fondo las irregularidades del Pemexgate y Amigos de Fox, con imparcialidad.
Así lo atestiguaron voces como la de José Woldemberg, Arturo Fernández, Juan Ignacio Zavala, Enrique Krauze, Alejandra Sota, Jacqueline Peschard, entre otros muchos en un video que duró alrededor de 15 minutos, donde se presentaron fotos de la infancia, juventud, madurez y de la vida familiar de Alonso Lujambio.
De igual forma refirieron sus virtudes compañeros y amigos como Horacio Vives, Arturo Sánchez Gutiérrez y Arturo Fernández, rector del ITAM, quienes también enaltecieron el optimismo y personalidad bromista de Lujambio quien, dijeron, con su capacidad de gesticulación y grandes manos, imitaba sin enfado a cualquier personaje de la vida social o política, así como que, sin pudor alguno, ponía apodos a cualquiera que entrara a su oficina. Muchas veces, señalaron, Lujambio se disculpaba con las mujeres por las palabras altisonantes que decía, incluso en español antiguo.
Su esposa, María Teresa Toca, ataviada con una sencilla blusa gris perla y pantalón negro, observaba a los ponentes, en ocasiones con la barbilla recargada en el dorso de su mano derecha.
Al tocar su turno de hablar de su esposo, tras un fuerte suspiro, con voz tímida en principio y después embargada por el gran amor y admiración, María Teresa Toca hizo patente su interés por destacar, más allá de lo político, el lado de Alonso Lujambio, como un amante y curioso de la historia de México, un padre y esposo amoroso que aprovechaba los sábados por compartir esta pasión durante los paseos de los sábados en el Centro Histórico u otras zonas emblemáticas de nuestro país.
Lo calificó como un hombre de gran corazón, el más radical de los optimistas. Y con todo, Teresa Toca logró eliminar la tristeza del rostro y sonrió abiertamente al recordar las anécdotas de Alonso Lujambio cuando acudió a Irak, para ayudar conformar su sistema de transición democrática:
“El me escribía cartas, mientras caían los morteros de la guerra… Hago paréntesis en una cosa chistosa, entonces estaba como jefa de la ONU una colombiana, de quien no recuerdo el nombre, llamada tiburona política por su gran fortaleza y capacidad… ella le decía si voz ya tenez, negociaste con priístas, panistas, verdes, perredistas, que más te da negociar con chiitas y sunitas que son más pacíficos”.
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