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CIUDAD DE MÉXICO, 25 de marzo (Quadratín México).- En medio de la polémica sobre la reforma energética y la apertura del sector a la iniciativa privada, propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto, la cual es rechazada por grupos de oposición, surgen voces que advierten sobre el riesgo de que México deje de ser exportador y se convierta en importador de hidrocarburos, en sólo 10 años.
Al respecto, la firma Consultores Internacionales señaló que las reservas probadas de petróleo, posibles de extraer de manera rentable con la tecnología actual y teniendo en cuenta el precio internacional del petróleo conocido como 1P, ascienden a 13 mil 868 millones de barriles de crudo equivalente (mdbp), lo cual coloca a México entre los 20 primeros países del mundo en cuanto a volumen de reservas petrolíferas.
Sin embargo, México aún está muy lejos de Arabia Saudita con 1P de más de 260 mil mdbp, Venezuela que tiene 211 mil mdbp, Canadá con 175 mil mdbp e Irán e Iraq que tienen reservas probadas que superan los 115 mil mdbp.
De acuerdo con dicha consultora, lo más dramático es que las reservas nacionales sólo le alcanzan a México para asegurar la producción de crudo durante 10 años.
Ante esta situación, si no se hace nada, en menos de una década México pasará de exportador a importador neto de hidrocarburos.
Esta situación no está lejana, considerándose que actualmente el abasto nacional de energéticos ya se satisface con la importación de gasolina, gas y productos petroquímicos.
“Si bien nuestra balanza comercial petrolera es superavitaria, es de llamar la atención que las importaciones se hayan incrementado de 7 mil 974 millones de dólares en el año 2000 a 41 mil 139 millones en 2012, si bien habría que considerar el efecto de la variación de los precios”, puntualiza el estudio.
Precisó que en el contexto del futuro cercano, es importante referirse al concepto de reservas totales o 3P que además de las probadas, suma a las probables (reservas no probadas pero con altas probabilidades de ser comercialmente recuperables) y las posibles (reservas menos probables de ser comercialmente recuperables que las probables), a principio de este año, este total equivale a los 44 mil 530 millones de barriles equivalentes.
Esto quiere decir que explotando lo no probado, apenas nos alcanzaría para otros 10 años de producción.
El escenario se puede complicar más si tomamos en cuenta que Estados Unidos, el principal cliente de México, está por establecer estrategias para reducir significativamente su dependencia del petróleo.
“En efecto, las estimaciones indican que nuestro vecino podrá reducir a la mitad su dependencia del petróleo proveniente del Medio Oriente para fines de esta década y podría eliminarla por completo para 2035, ello como producto de una menor demanda por el uso de vehículos que consumen menos energía y un aumento en el suministro de combustible renovable, pero sobre todo al hallazgo de nuevas fuentes de crudo en el hemisferio occidental, en particular en su propio territorio”, indica el estudio.
Además señala que “el avance tecnológico y las inversiones han conducido al descubrimiento de nueva fuentes en formaciones rocosas, arenas petroleras y, por supuesto, en las profundidades del océano. Según la Oficina de Información Energética de Estados Unidos para el 2020, casi la mitad del crudo que consume el país será producido internamente, a la vez que 82 por ciento provendrá de regiones del Atlántico”.
Así, menor demanda norteamericana, conducirá a una sobreoferta que reduzca drásticamente los precios y por ende los ingresos de México en ese rubro. No está de más recordar que las finanzas públicas mexicanas dependen significativamente de los ingresos petroleros.
En el periodo 2000-2012 entre 32 y 35 por ciento de los ingresos presupuestarios del gobierno federal vinieron del petróleo. Lo anterior muestra que se ha hecho mucho por despetrolizar las finanzas públicas, lo que se mantiene como una asignatura pendiente y un posible escenario catastrófico.
“Sin embargo, es claro que no podemos negar que la interdependencia entre la relativa abundancia de hidrocarburos y el desarrollo nacional seguirá siendo factor preponderante durante algunas décadas más. Lo importante es alcanzar un equilibrio sano, vía el aprovechamiento y explotación competitiva de los recursos, pero también mediante la especialización y el incremento en el valor agregado de la producción. Esta es una de las metas de la necesaria reforma energética”, subrayó el análisis.
A ello se suma la importancia de que México se prepare para las tendencias futuras. “La transición energética derivada de la necesidad de combatir los efectos del cambio climático está conduciendo a la introducción de innovaciones en la explotación y consumo eficiente y racional de los recursos no renovables, pero también al avance en la utilización de energías alternativas como lo son la solar, eólica, biológica, geotérmica e hidráulica”
Para Consultores Internacionales, “tenemos petróleo sí, pero esté más temprano que tarde se va a acabar, máxime si no se invierte en buscar mayores fuentes. En este contexto, la reforma energética que se implemente más allá de permitir o no la inversión privada compartida con Pemex en la exploración, extracción y producción de petrolíferos, también debe incluir la inversión compartida en estas otras fuentes de energía, para las cuales nuestro país tiene también enormes potenciales”.
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