
Visión financiera
Colocados contra su historial político y de frente a la realidad política nacional, los partidos de oposición, o sus dirigencias al menos, se encuentra en el peor de los mundos posibles: si mantienen la alianza política con el gobierno pierden ante sus compañeros y si rompen con el gobierno de Enrique Peña para oponerse a la reforma energética, entrarían en la ruta de la pérdida del control de sus respectivos institutos políticos.
Los líderes del PAN y el PRD están ahora en la encrucijada de la que podrían salir como grandes derrotados no sólo por los votos, sino por la historia.
El grupo de los “chuchos” que dirige hasta el momento al PRD, entró gracias a los anuncios del presidente en Europa, en una ruta de desgaste acelerado. Los votos en contra de una reforma constitucional en lo que al petróleo se refiere, es intransitable para un partido que presume ser de izquierda.
Y con Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, cada uno por su lado, en la línea de la “defensa del patrimonio nacional”, de poco servirán los discursos de Jesús Ortega y de Jesús Zambrano, en favor de la modernización del país.
Si el grupo que actualmente controla al PRD quiere mantenerse en esa posición, requiere del respaldo del gobierno para resistir el embate de Ebrard, quien en un salto acrobático, podría convertirse una vez más, en un aliado poco cómodo, pero aliado al fin, de AMLO para acabar con los “chuchos” y dar vida a un frente amplio de izquierda que, otra vez, chocaría al momento de la candidatura presidencial, pero que en tanto, tendría fuerza como para entorpecer al hilo de las reformas que busca la presidencia de la República.
Zambrano y Ortega saben que se avecinan para ellos momentos complicados. Pueden ofrecer apoyos a los proyectos oficiales, pero difícilmente podrían ofrecer votos sin tener que pagar un alto costo político por ello.
Esto nos conduce a la imagen y fuerza del PAN, actualmente sumergido en una crisis interna de gran magnitud que Gustavo Madero difícilmente podrá capotear sin el respaldo del gobierno federal.
Pero como esto es de sobra conocido, hacia el interior del PAN son muchos los que suponen que Madero puede hacer promesas, pero difícilmente podrá cumplirlas.
Si el PRD se hace a un lado al momento de las votaciones en el Congreso, ¿el PAN le dará al gobierno los votos necesarios par aprobar una reforma constitucional de gran calado como la que anunció Enrique Peña Nieto para sacar adelante la reforma energética?
La situación no parece sencilla. Y como el pleito hacia el interior del panismo parece ahondarse más que entrar en vías de una solución, la pregunta es totalmente válida. Pero eso no es todo.
Al momento de hacer el anuncio de que la reforma energética estaba contemplada en el Pacto por México, el presidente de la República arrinconó a sus aliados. Y a querer o no, los confrontó con sus compañeros de partido.
Y en ese pleito y aún en el supuesto de que alcancen a mantenerse en el control, ¿no quedará acreditado el hecho de que el acuerdo político carece de representatividad? Y ello ¿no nos llevaría hacia una inevitable pérdida de legitimidad en los grandes cambios a realizarse en el país?
Es fácil adivinar la crisis para las dirigencias en el PAN y en el PRD. Lo que no acaba de entenderse es la razón por la que el propio gobierno federal decidió hacer un movimiento político mediante el cual sus aliados más importantes quedarían totalmente lastimados.
QMX/nda