
Erradicar racismo no es opción sino necesidad y obligación: Sheinbaum
En su viaje por Europa, el presidente Enrique Peña Nieto decidió hacer los anuncios más importantes sobre la reforma energética. Y con ello, a querer o no, inició la batalla política que tendrá al artículo 27 como eje de la confrontación entre partidos.
El primer mandatario habló de una reforma que dijo, “será trascendental” por la transformación de PEMEX. Y explicó que ello requerirá de reformas a la Constitución lo que, por supuesto, tiene que ser visto desde la óptica política del citado artículo 27 de la Carta Magna.
Pero sin duda alguna, la parte central de los dichos del presidente quedan enmarcados en la afirmación de que “dentro del Pacto por México”, están lo acuerdos para sacar adelante los cambios que se quieren realizar.
Con este señalamiento, Peña Nieto abrió la caja de Pandora, ya que, se acepte o no, deja ver que en los acuerdos políticos alcanzados hasta ahora, hay puntos que no necesariamente están totalmente clarificados.
Los resultados evidentes de este primer aviso de lo que se pretende para con PEMEX son sin embargo más que claros. Los partidos de oposición han sido obligados a tomar posiciones ante una eventual reforma constitucional. Y el más obligado por supuesto, es el PRD.
Marcelo Ebrard, retirado de los reflectores políticos a últimas fechas, no dejó pasar la oportunidad para demandar respuestas enérgicas de la izquierda a la intentona de abrir PEMEX a los capitales privados, especialmente los internacionales.
Ebrard encontró, sin esperar mucho, la oportunidad para colocarse como eje de la “defensa del patrimonio nacional” y al mismo tiempo, arrinconar a la dirigencia del PRD, encabezada por Jesús Zambrano, pero dependiente obvia del grupo de Jesús Ortega.
Marcelo Ebrard que intenta alcanzar la dirigencia nacional del partido del sol azteca, obliga a los “chuchos” a una definición que no puede ser otra, que la de oponerse a los cambios constitucionales. Pero si se colocan en esa posición, tendrán que romper sus acuerdos con el gobierno peñista.
Ebrard en tanto, se pone en paralelo a las posiciones de Andrés Manuel López Obrador, pero como parte de la misma batalla, sin llegar a los radicalismos del tabasqueño.
Con ello, el ex jefe del gobierno capitalino adquiere una imagen de político congruente, intenta alcanzar una fuerza popular que le permita disputar realmente el liderazgo del PRD y le disputa a AMLO mucho de la exclusividad en el campo de “la lucha en defensa de los intereses de las mayorías”.
El presidente Peña Nieto busca que en el exterior vean a su gobierno como ejemplo de la modernidad. Explica puntos de las reformas que se quieren lograr que en nuestro país aún se mantienen a cubierto. Lanza ideas y obtiene simpatías.
Pero al mismo tiempo, en lo interno, define los campos de batalla, a sabiendas de que ni Gustavo Madero en el PAN, ni Jesús Zambrano en el PRD, pueden por sí mismos, alcanzar el respaldo de sus respectivas fuerzas políticas para un movimiento como el que se pretende realizar en ÉMEX.
Y ello, aún sin contar con las seguras protestas, calladas, pero protestas, de varios priístas que no están de acuerdo con lo que se avecina.
Así, si la reforma energética se quiere presentar en el Congreso en unos “tres meses”, no se requiere de gran talento para entender que a partir de ya, la lucha está abierta. Y que los partidos políticos crujirán en sus estructuras en esa contienda.
Con el agravante de que una vez que todo termine, pocos podrán asegurar que las divisiones no arrojarán resultados serios en el país.
QMX/nda