Juego de ojos
Después de largos meses de silencio y de tener que soportar insultos y presiones de todo tipo, el gobierno federal, por conducto de sus instrumentos políticos, decidió poner un poco de orden en su relación con el panismo que encabeza Gustavo Madero.
El gobierno de Enrique Peña Nieto inició con la evidente intención de no golpear a un PAN en retirada, después de su escandalosa derrota en la elección presidencial. Los funcionarios, legisladores del PRI y el partido por supuesto, se mantuvieron quietos a pesar de la larga serie de ataques lanzados desde las trincheras azules.
Soportaron todo lo que el PAN les quiso decir y a pesar de tener en la mano información importante sobre todo lo sucedido en las dos pasadas administraciones, la instrucción fue simple: nada de ataques al PAN.
La idea de mantener vigente y con buen ritmo al Pacto por México fue el eje de las acciones del gobierno. Y PAN y PRD decidieron intentar mayores avances. A cambio de sus firmas y apoyo al Pacto, presionaron para que en el terreno electoral el PRI “aflojara” el paso.
Gustavo Madero quiso llevar las cosas mucho más allá. Con un manejo singular de una doble moral por demás ofensiva, el dirigente del PAN atacó a los priístas con todo lo que encontró a la mano. Los señaló como corruptos y no dejó epíteto sin utilizar en contra del priísmo, al tiempo que no perdía oportunidad para lanzar elogios a Enrique Peña y para tomarse tantas fotos con el presidente como le fuera posible.
Pero la situación llegó al punto de no retorno cuando, en Quintana Roo, en un acto electoral, el señor Madero afirmó que México “está hasta la madre” del PRI.
El ataque, que además de rupestre ponía en claro la falta de seriedad del encargado del “poder de la firma” en el PAN, no gustó nada en el gobierno. Y las respuestas fueron contundentes. El gobierno no quiere que las elecciones y el Pacto se conviertan en un juego de negociaciones partidistas. O al menos ese quiere hacer que se crea.
Así, de un lado la dirigencia nacional priísta se movilizó hacia Baja California para mostrar la fuerza del partido en el poder y dejar en claro que todo lo que se diga sobre una negociación electoral, no pasa de ser un rumor.
Al mismo tiempo, Manlio Fabio Beltrones le devolvió el golpe a Madero con un elegante “cada quien se ubica” en donde mejor le acomoda. Lo importante aquí es que ya hubo una respuesta directa al PAN, algo que no se había registrado desde el inicio del gobierno.
Madero presionó más de lo debido. Y de manera singular el gobierno le recordó que su sobrevivencia política depende del apoyo del propio gobierno. Para enfrentar las elecciones internas en el PAN a finales de año y alcanzar una victoria, Madero requiere de un respaldo oficial que se le avisó ya, podría perder si no mide sus acciones.
Todo esto, por supuesto, no arroja un vencedor, sino toda una relación de vencidos, con la democracia como la gran derrotada.
El que el PAN haya intentado negociar votos en todo el país es un aviso del problema que enfrentamos. Pero que el gobierno responda sólo cuando Madero va más allá de la sola idea de la negociación o quiere que esa negociación sea mucho más importante, es un ataque a todos, especialmente al Pacto que tanto quiere defender.
Hace mucho que todo mundo entendió, excepto el gobierno federal, que el PAN y el PRD habían secuestrado al Pacto. Ahora, el gobierno no cambia la visión, sino el límite de su tolerancia.
Y ello significa que lo que se pretende podría ser no el que no haya negociaciones, sino tan sólo que estas no sean como lo quiere el PAN.
QMX/nda