
Libros de ayer y hoy
Resulta por demás obvio, que para el gobierno federal es de vital importancia el sacar adelante en el menor tiempo posible, el paquete de reformas estructurales. Tanto como es claro que para los partidos de oposición es de urgencia alcanzar avances en las urnas para que los grupos dominantes puedan aspirar a mantener las posiciones de fuerza dentro de sus respectivos institutos políticos.
Este clima se convierte en una explosiva mezcla al momento en que se pone en claro que los intereses de las partes firmantes del Pacto por México no son necesariamente complementarios.
Para el gobierno federal, el tiempo se agota. Los avances logrados hasta el momento, son se acepte o no, “de papel”. Hay que ir mucho más lejos para tener algo que presumir en las manos. Para las dirigencias del PAN y del PRD, es urgente un avance electoral que les permita consolidar las actuales posiciones antes de que se inicie la batalla por el control de cada uno de esos partidos en la parte final del año.
Así, cuando el gobierno negocia las reformas, los partidos de oposición negocian o quieren hacerlo, las elecciones. Unas reformas como las que se pretenden alcanzar, requieren de votos que el gobierno no puede alcanzar por sí mismo. Tiene que negociar y ceder.
Ha logrado acuerdos con las dirigencias del PAN y del PRD, pero ello no implica que esos acuerdos tengan el apoyo de las mayorías dentro de cada partido.
Los líderes del PAN y del PRD quieren dan el apoyo al gobierno, en busca del fortalecimiento ante los grupos que quieren arrebatarles el poder. Y dan apoyos sin consultar con sus compañeros de partido, pero presionan al gobierno en el terreno electoral.
Esta situación desgasta todas las posiciones. Si el PRI gana las elecciones, PAN y PRD hablarán de fraude, buscarán llevar los resultados ante las autoridades electorales y esperarán el fallo para retomar el camino del Pacto.
Así, la fecha del 7 de julio es importante, ya que al concluir las votaciones, se sabrá qué tanto se ha logrado avanzar en los acuerdos.
Pero si para el Pacto se quiere uno o varios, períodos extraordinarios de sesiones en el Congreso, la pregunta no puede ser ¿para debatir qué?, sino para saber si es posible alcanzar las votaciones que se requieren.
La agenda que todos conocemos y que se quiere para un período extra en julio, tiene como parte estelar la reforma financiera. Este proyecto tiene en sus entrañas, el tema del crédito fácil. Pero también, tiene contemplado temas como el de las ganancias que los bancos en nuestro país, remiten a sus matrices, con la obvia sangría para los mexicanos.
Otro tema es el de las garantías para los préstamos, en donde se contempla la facilidad a los bancos para recuperar sus préstamos, con lo que los clientes quedan, o quedarían, en posiciones francamente débiles ante las instituciones de crédito.
Estos temas son, a simple vista, delicados para el manejo de los partidos políticos. Y ello, en el caso del PAN y del PRD, se encarece cuando al mismo tiempo se realizan elecciones en 14 entidades.
Es por demás sencillo, imaginar cuáles son las prioridades del gobierno y cuales las de los partidos de oposición. Pero las cosas ya no resultan tan simples cuando en los análisis se tiene que contar con el voto, Esto es, tener en cuenta la voluntad popular.
Y ante la voluntad popular, las necesidades políticas del gobierno o de sobrevivencia de dirigencias políticas puede no tener tanta importancia, salvo que se quieran correr riesgos de desgaste en el terreno de la confianza y la credibilidad.
QMX/nda