Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
La confianza en política es un bien perecedero. Nadie tiene la fórmula mágica para postergar, por siempre, la fecha de caducidad. Ésta llega, pero lo grave es cuando se presenta antes de lo deseado, porque si existieron esfuerzos honestos para bien gobernar, la desconfianza da al traste con ellos.
El equipo económico de EPN, capitaneado por Luis Videgaray, debe vivir horas de desencanto, pues el Banco de México informó, durante los últimos días de mayo, que mexicanos transfirieron fuera de la patria, durante el primer trimestre de 2013, 20 mil 541.9 millones de dólares, la cifra más alta para un periodo similar desde 2008. Fueron depositados a cuentas bancarias o invertidos en abrir negocios en lugares ajenos a los intereses nacionales.
Dice el informe -supervisado por Agustín Carstens- que durante el primer trimestre de 2012 la exportación de capitales ascendió a mil 561 millones de dólares, lo que sólo puede significar que hubo un incremento anual de la desconfianza de mil 215 por ciento, según los datos oficiales. La observación final es una reflexión inevitable.
¿Qué hacer para recuperar la confianza? ¿Cuáles son los puntos débiles de las políticas económicas que motiva la salida de capital propiedad de mexicanos? ¿Por qué dejan el espacio a la inversión extranjera especulativa? ¿Es una respuesta a las reformas estructurales en telecomunicaciones?
Siempre según el informe del Banco de México, nos enteramos que el monto de recursos transferido fuera de México, multiplicó por cuatro el flujo de inversión extranjera directa -la canalizada a actividades productivas- hacia el país, pues en el primer trimestre de este año sólo fueron 4 mil 987 millones de dólares.
Durante los 12 años del panato, el capital mexicano exportado al exterior asciende a 225 mil millones de dólares, lo que cuadruplica el saldo actual de la deuda externa del gobierno federal, que en marzo pasado fue de 66 mil 720 millones de dólares. El Banco de México muestra en su informe la verdadera pasión de los mexicanos por su país, la confianza en la alternancia y en la ausencia de una verdadera transición política y en políticas económicas.
El tema de este texto fue discutido previamente con mi Demonio de Sócrates, quien con un dejo de sorna me advierte que pretendo defender ideas y valores periclitados, porque si bien en México se desarrolló cierta pasión entre los barones del dinero por el bienestar de la Patria, desapareció en cuanto decretaron la estatización bancaria.
Como contraste, es preciso rescatar del informe del Banco de México el dato que da cuenta que durante el primer trimestre de este año la inversión extranjera que ingresó al país para adquirir acciones y bonos que se negocian en los mercados financieros locales, conocida como “inversión de cartera”, sumó 13 mil 918 millones de dólares. Esta cantidad, comparativamente, triplicó el monto de recursos que los extranjeros trajeron a México para invertir en proyectos productivos, es inversión extranjera directa.
Para cerrar con broche de oro, señala que la rentabilidad para los inversionistas extranjeros que adquieren bonos emitidos por el gobierno federal en el mercado mexicano, donde las tasas de interés rondan 7 por ciento anual, es superior a la pagada en los mercados de valores fuera de México.
Es exportación de capitales, por más que traten de explicarlo de otra manera.
QMX/gom