Libros de ayer y hoy
El grupo en el poder en el PAN ha decidido llevar al máximo su apuesta electoral. Y con la presión sobre el Pacto por México en la mano, busca arrinconar al PRI, al gobierno y a sus rivales internos, crear las condiciones adecuadas para ganar en tribunales lo que no logre en las urnas y así, consolidar sus ambiciones partidistas para el proceso de renovación de dirigencia programado para finales de año.
Jorge Luis Preciado, formalmente coordinador de los senadores panistas, pero que no pasa de ser un títere en las manos de Gustavo Madero, apareció para demandar al gobierno y a los gobernadores del PRI que “saquen las manos” del proceso electoral que se escenifica en la mitad del país. Y para que la presión sea efectiva, recuerda que de “ello depende que el PAN permanezca en el Pacto”.
Y no se trata de suponer que el senador Preciado tiene fuerza política como para poner en práctica su amenaza. Y no es que se suponga que Madero esté en condiciones de mantener la bravata a la hora de las decisiones.
La realidad es que, ante la creciente debilidad del panismo, la actual dirigencia nacional intenta hacer ver al gobierno federal que requiere de “triunfos electorales” para poder mantener al PAN dentro del Pacto y para, a partir de la elección interna, mantener el ritmo de acuerdos con el gobierno de Enrique Peña Nieto y llevar a sus últimas consecuencias el proceso de aprobación de las famosas reformas estructurales.
Todo mundo sabe que el PAN ha retrocedido de manera importante, en el ánimo de los electores. Y todo mundo entiende que los discursos cargados de promesas de victoria que lanza el señor Madero en todos los foros posibles no pasan de ser gritos de desesperación ante el riesgo de un retroceso electoral de elevadas proporciones.
Madero sabe que la división interna que sus decisiones han profundizado ha provocado que los panistas se alejen del partido y que los ciudadanos vean al PAN con recelo. Sabe que la derrota presidencial aún no sana y que la lucha por el poder que culminará a finales de año impiden el trabajo político que se requiere para sacar adelante el proceso electoral.
Así, grita sobre los triunfos que se avecinan en las elecciones de julio próximo y amenaza al gobierno para que sus compañeros de partido y ciudadanos crean que es en realidad, parte de la oposición.
Pero en realidad, lo que Madero hace es plantear con claridad, la necesidad que tiene de que el gobierno le permita acceder a “victorias electorales” más o menos importantes. Madero sabe que en las urnas será muy difícil revertir la caída sufrida por su partido en el ánimo ciudadano.
Así, quiere crear el ánimo electoral necesario que le ayude a formar la idea de que el gobierno y el PRI harán trampa. Quiere tener en el momento adecuado, los elementos necesarios para impugnar algunos casos. Y con el gobierno frenando a su partido, alcanzar los puntos que le ayuden a consolidar su imagen como “líder de oposición”.
Por ello es que el senador Preciado se atreve a lanzar amenazas sobre la posible salida del PAN del Pacto, cuando todo mundo sabe que se acepte o no, la única tabla de salvación política del grupo de Gustavo Madero depende de su firma e inalterable respaldo al acuerdo que se ha convertido en el proyecto consentido de Enrique Peña Nieto.
QMX/nda