El INE y la complicidad
Era un barco de lujo. Hacía cruceros bordeando la costa del Norte, llevaba siempre una orquesta de primerísimo calidad, el principal atractivo de esta aventura turística, apenas publicitada, solo era conocida por elites económicamente altas y muy refinadas, conjunción de características no muy frecuente, pero siempre había pasajeros para esta aventura anual.
En medio de un fortísimo temporal, el barco naufragó. Los paisanos de esa franja costera aseguran que en ciertas ocasiones, se pueden oír, perfectamente nítidos, los sones de una orquesta, maravillosa armonía, que proceden del mar, precisamente el espacio donde el buque se había hundido. Una vieja leyenda del lugar.
Precisamente el nieto de unos pasajeros, que habían perecido en la tragedia marina y había leído innumerables cartas de sus abuelos, emocionados por la magia de esta orquesta, que les impulsaba irresistiblemente a viajar, año tras año, en el crucero de la música maravillosa…, pues ese joven se encontraba en el poblado costero y escuchó la tradición de los lugareños.
Pronto quedó fascinado…; organizó su vida para volver al lugar y escuchar aquella melodía que aseguraban se podía disfrutar desde la orilla, algunas veces, de vez en cuando…y que tanto había seducido a sus queridísimos abuelos.
Se alojó en el poblado, mañana y tarde recorría la costa; el lugar del naufragio lo tenía localizado con cierta precisión. Escuchaba atento, ni rastro de la música, un día, otro…, a veces iba por la noche al borde del mar. Nada.
Al cabo de quince días estaba desquiciado, trataba obstinadamente de apartar el ruido del mar de sus oídos, para encontrar alguna melodía entre el caos de vibraciones…, allí no aparecía nada.
Bueno, pensó, quizás sea, como tantas otras, una patraña, esta tradición de escuchar música, una mentira mas…, se acabó, tenía que marcharse, debía rehacer su vida.
Se acercó la última tarde a su acantilado favorito, donde tantos momentos había esperado el milagro…, se tumbó en un pequeño espacio verde inclinado hacia el norte, le resultaba ya familiar, multitud de veces rastreando inútilmente indicios…
Estaba sorprendentemente relajado por primera vez desde su llegada, acostado en el verde césped, boca arriba, ojos semicerrados, escuchó el sonido del mar…
No quería oír en esos momentos otra cosa, el ruido de las olas, el murmullo de todo lo que le rodeaba, le pareció maravillosamente dulce, amistoso…, entrañable; se quedó fascinado, perdió la noción de todo, era un silencio sonoro, profundo. Sentía una indescriptible paz, respiraba una riqueza interior profunda, una clarividencia, como líquido milagroso, que estaba bebiendo con fruición…
En medio de aquel extraño silencio, de pronto, empezó a oír una orquesta, si ¡¡¡ la orquesta !!!, una armonía fantástica, su corazón dio un salto, había encontrado el tesoro, la plenitud…, lo demás ya no valía nada.
Si cabe alguna reflexión a esta pequeña historia inventada, yo sugeriría lo siguiente; si quieres conocer el secreto mas importante de la vida, el sentido profundo de la realidad, lo que se esconde en el fondo del Universo…, atisbar la figura imposible de Dios, no reflexiones sobre estas cosas, no intentes entenderlas, no las trates de ver…, simplemente ¡¡¡ míralas !!!
A la mañana siguiente una pareja de viejitos paseaban por la costa, había un jersey rojo en el suelo, se acercaron. Un joven estaba tendido en el suelo, no respiraba, su rostro tenía una enorme, inolvidable sonrisa de paz, felicidad…, se había convertido en paisaje, en leyenda…, en vida.
QMX/cgr