Abanico
Muchos en México, a comenzar por algunos en el propio gobierno, creen que la política internacional es una simple suma de amistades y que hay que caerles bien a todos.
Pero aunque ideal, deseable, eso no es posible. No si se desea un papel activo en este mundo actual.
Con todo, no es malo que el gobierno mexicano trate de acercarse a China y Brasil. Son dos países enormes, con proyecciones imperiales y formidables posibilidades comerciales… si jugaran con las mismas reglas que los demás.
Igual que México, son gigantes con pies de barro -aunque en México no se les quiera ver-, pero a diferencia de México cuando juegan sus propios intereses tienen proyectos nacionales definidos y no buscan simplemente anotarse puntos en la política doméstica
De hecho México debería ser mas como ellos, en competencia o en alianza, con prioridad en los intereses propios.
China tiene una visión geopolítica que data de siglos. Brasil es mucho mas joven, pero también busca reconocimiento, poder e influencia.
Para empezar Beijing y Brasilia prioritizan sus intereses nacionales. Es correcto, es justo, se vale. Pero lo que el gobierno mexicano no puede ni debe aceptar es que lo hagan a costa de México.
México tiene una visión mucho mas internalizada que la que al parecer desarrollan brasileños y chinos pero aunque con frecuencia parece que nos gusta ignorarlos, también tiene legítimos intereses internacionales de seguridad nacional y comercio.
Para empezar México se ha convertido en un país comerciante y debe defender sus ideas de mercados abiertos y reglas claras e iguales para todos. ¿Quieres acceso a mi mercado? Dáme acceso al tuyo. ¿Quieres competir conmigo en donde yo comercio? Házlo, pero conforme a las reglas.
Y sí, en casos donde no hay correspondencia plena se vale responder con herramientas legales, comerciales y políticas.
Los imperios, desarrollados o en desarrollo, solo respetan la fuerza, no importa lo que digan sus apologistas o su propaganda.
QMX/jcf