Doble rasero del populismo: Trump, AMLO y la manipulación de los nombres
El PAN decidió llevar al límite, la línea del chantaje político contra el gobierno y para demostrar su “firmeza” anunció que se retira de “los actos” del Pacto. Esto es, se mantiene en el acuerdo, pero ya no aparecerá en público en los anuncios.
La molestia del PAN radica en el supuesto descubrimiento de actividades electorales de parte de SEDESOL en el Estado de Veracruz. Pidieron las cabezas de la titular de la citada dependencia y del gobernador veracruzano. Y como el Presidente no les hizo caso, anuncian su separación limitada, con la idea de mostrar que si se mantiene la “cerrazón oficial”, entonces el Pacto podría simplemente quedar concluido.
El PAN al menos hasta ahora, no participará entonces del anuncio de la reforma fiscal. Y se perderá los beneficios del anuncio. A cambio, presionará al gobierno y le abrirá la puerta al sector patronal que, seguramente, encontrará que la citada reforma es todo, menos algo que a ellos les beneficie totalmente.
Pero el problema es el Pacto por México. La pregunta que seguramente se han hecho los panistas es sencilla, pero vital: ¿cuánto vale para Enrique Peña el pacto?
Los panistas quieren obtener mediante la presión, posiciones que no podrían lograr mediante los votos. Quieren repetir las experiencias del pasado. Así fue como llevaron al gobierno de Carlos Salinas a entregarles el gobierno de Guanajuato, por ejemplo.
Carlos Medina, panista, fue convertido en gobernador sin haber logrado un solo voto, mediante las famosas concertacesiones en las que el gobierno federal obtenía el apoyo a ciertos proyectos y a cambio entregaba posiciones políticas al PAN.
El PRI ganó la gubernatura en Guanajuato. El PAN protestó y presentó una lista de casillas en las que según decían, se habían cometido toda clase de irregularidades. Se anularon las casillas y en el recuento, el triunfo fue para el PRI.
El PAN indignado, argumentó que moralmente, el PRI no podía quedarse con la victoria. Y Salinas entregó el gobierno a Carlos Medina, quien se quedó en el cargo los seis años y nunca hubo una queja moral del panismo.
Ahora, con esa experiencia en la mano, quieren explotar el Pacto. Lo que no pueden lograr en las urnas, quieren que se les entregue en las negociaciones. Y se lanzan alegremente a chantajear al gobierno. Si no se les concede lo que buscan, entonces dinamitarán el Pacto. Una maniobra burda. Pero algo deben tener en la mano para suponer que el gobierno de Enrique Peña Nieto puede ceder ante sus presiones.
Por lo pronto, queda claro que el PAN sabe que no puede ganar en elecciones abiertas. Y presiona al gobierno. Sabe que el programa contra el hambre le dará al gobierno una base social amplia. Y presiona al gobierno. Sabe que las reformas son vitales para destrabar la ruta de crecimiento del país y que ello dará al gobierno más votos, y no pueden aceptarlo.
Por ello, la pregunta es obvia: ¿para Enrique Peña, cuánto vale el Pacto? Y si llegara a negociar con el PAN el apoyo al acuerdo nacional, ¿qué tanto está dispuesto a ceder y en cuántas ocasiones?
Carlos Salinas cedió siempre. Y al final de camino, el PAN simplemente lo abandonó en la crisis y nunca le acompañó en los momentos del costo político.
Enrique Peña ¿seguirá esos pasos?
QMX/nda