Juego de ojos
Al poder la realidad le impone términos y condiciones. Tan imprudente es, que da al traste con las ofertas de campaña, las políticas públicas y la instrumentación de las reformas legales y constitucionales. Pero es la única que los políticos hacen a un lado en cuanto se hacen con el poder.
Cuando quieren disfrazarla recurren al lenguaje, con la peregrina idea de que la sociedad nada entienda de lo que realmente ocurre. Para lo que hoy sucede, desde 1970 he escuchado diferentes palabras que describen, desde el punto de vista económico, lo mismo.
¿Quién recuerda hoy a quienes se refirieron a la atonía, al estancamiento económico, a la mezcla de estancamiento e inflación, que bautizaron horriblemente como estanflación, al crecimiento cero y el decrecimiento económico? Hoy, como hace algunos lustros, nos remiten a la desaceleración económica.
Correspondió al Inegi dar cuenta a la sociedad, que la economía mexicana desaceleró en una tercera parte su ritmo de crecimiento anual durante el último mes de enero; es decir, a 3.2 por ciento, desde una expansión de 4.8 por ciento observada en el mismo mes de 2012.
Al hacerse públicos los resultados del indicador global de la actividad económica, el Instituto señaló que la pérdida de dinamismo se acentuó sobre todo en el sector industrial, donde la tasa de crecimiento anual fue de 1.7 por ciento, cuando en enero del año pasado las actividades del también denominado sector secundario crecían 5.15 por ciento, lo cual implicó que la producción industrial del país se expandiera en enero de 2013 a una tercera parte de lo que lo hizo en el primer mes de 2012.
Sostiene el Inegi que el incremento de la producción industrial se originó en los subsectores de equipo de transporte, industria alimentaria, extracción de petróleo y gas; equipo de computación, comunicación, medición y otros equipos componentes y accesorios electrónicos, maquinaria y equipo; industria de las bebidas y del tabaco, e industria de la madera, principalmente.
De inmediato pienso en el campo, en la producción de alimentos básicos que son fuente de riqueza y garantía para los gobiernos decididos a modificar los modelos de neo dependencia y los estragos de la desregulación y la globalización. El campo mexicano es un desastre, y nada tiene que ver con el crecimiento de la industria alimentaria cuando la importación de alimentos ha crecido.
Las actividades agropecuarias o primarias registraron una tasa de aumento anual de 13.4 por ciento en su producción en enero de este año, desde un decrecimiento de 0.53 por ciento reportado en el primer mes de 2012. Este sector es el más pequeño de los tres, con una participación menor a 4 por ciento en el valor anual generado por la actividad económica del país en un año, por lo cual el incremento anual de enero no contrarrestó la desaceleración general de la economía mexicana.
De allí que hoy, como ilustra el Inegi, los servicios que integran el sector más grande de la economía mexicana reportaron una tasa de expansión anual de 3.5 por ciento en enero de 2013, notoriamente menor a la de 5.6 por ciento del primer mes del año anterior.
El enemigo a vencer es la realidad, tan imprudente.
QMX/gom