Libros de ayer y hoy
El tiempo de los aplausos y la unanimidad ha quedado atrás y deja ver que las sonrisas y felicitaciones de los primeros meses del sexenio no pasó de ser algo ficticio. El Pacto por México fue un gran escenario, pero no tan sólido como se ha tratado de hacer creer.
La tensión política se ha convertido en una constante. Y es obvio para todo mundo, que su raíz se encuentra en la construcción de las llamadas reformas estructurales que se quieren aplicar en el país.
Así, de un lado queda el choque con parte del magisterio y del otro, la batalla en contra de los “poderes fácticos” que se oponen a la reforma en telecomunicaciones. Y en ambos frente de batalla, los opositores a los cambios esperan, casi con desesperación, que el gobierno inicie los preparativos en el campo energético, ya que suponen, ello sumará rivales al sector oficial y, en una de esas, encuentran la oportunidad para que sus privilegios, queden a salvo.
Y no dejan de tener algo de razón.
El gobierno ha mostrado que va muy en serio por los cambios. Ha dejado sentir lo que es la fuerza del estado. Y contra lo que muchos pensaron, fue el primero y sin rubor alguno, en aplicar la fuerza de la ley para atacar, o controlar si se prefiere, a los grupos que se oponen a sus decisiones.
Pero ello también implica costos. Y a partir de ahora, y basado en las propias palabras presidenciales, todos saben que fue el propio presidente Enrique Peña quien ordenó la utilización de la fuerza en contra de los maestros. Y la pregunta entonces es obligada y simple: ¿qué fue lo que el gobierno vio en las filas de los maestros, que le obligó a no sólo cerrar las puertas del diálogo, sino a mostrarse totalmente decidido a ir hasta el fondo en esta decisión?
Esto podría tener, claro está, también un mensaje para quienes desde la comodidad de sus enormes chequeras, disputan aún, los cambios en el campo de las telecomunicaciones. Bien pudiera ser que el gobierno aplica medidas disciplinarias a los maestros, para que entiendan en los otros frentes, que no habrá marcha atrás en los cambios que se han programado.
Esta ruta sin embargo, abre expedientes de lo que se podría calificar como “daños colaterales”. Y uno de ellos resulta ser el papel de los gobernadores, especialmente en Guerrero, quienes no sólo no han podido resolver el dilema planteado en sus entidades por los mentores, sino que se han convertido en piezas totalmente inservibles incluso para una negociación efectiva.
La reforma en telecomunicaciones está en el Senado de la República. Al actual período ordinario de sesiones le restan siete sesiones. Los senadores ya violentaron el reglamento interno y con ello han abierto la puerta para procesos político judiciales que podrían entrampar el proceso de puesta en marcha de las reformas.
Y aquí podría encontrarse otro destinatario para las acciones y discursos del gobierno
Pero, sea como sea, suponer que el problema de las batallas contra las reformas estructurales se ha resuelto sólo por un desalojo, por importante que pueda ser, podría ser un mal cálculo.
Ni los maestros están vencidos, ni los mentores en el SNTE quedarán conformes con los cambios como se han anunciado. Los dueños de las señales en telecomunicaciones, no han perdido aún, y saben que hay tiempo para lograr algo antes de que todo quede como el gobierno espera.
Y todos, esperan que los cambios en el terreno de los energéticos haga su aparición en el horizonte, ya que ello convertirá el terreno político, en un enorme campo de batalla en el que, dígase lo que se diga, el gobierno podría perder aliados, simpatías y votos.
QMX/nda