
De norte a sur
El endurecimiento en la postura del magisterio disidente no es nuevo cuando se trata de negociar con el gobierno. Ha sido recurrente que al aproximarse el día del maestro, el 15 de mayo, haya movilizaciones en busca de mejora salarial.
Durante la albiazul docena trágica el SNTE, la CNTE y la CETEG –en el caso Guerrero—obtuvieron lo que quisieron y más. En el gobierno de Leonel Godoy, en Michoacán, los maestros disidentes e incluso oficialistas obtuvieron una especie de bono por acudir a dar clases, es decir, les pagaban por no faltar a sus responsabilidades laborales.
El bono oscilaba entre mil y dos mil pesos. Aún así, los maestros dejaban sin clases a miles y niños y adolescentes cuando realizaban sus movilizaciones en el Distrito Federal o en Morelia para chantajear, presionar, amedrentar al gobierno perredista que todo les dio, todo incluye aviadurías.
Pero, a partir del anuncio de la reforma educativa como uno de los pilares del Pacto por México, movilizaciones y protestas se enderezaron contra edidas tendentes a obligar a los maestros a presentarse en sus centros de trabajo y, sobre todo, capacitarse, actualizarse para lograr excelencia académica, una meta difícil de lograr a partir de las capacidades de estos docentes que olvidaron, si alguna vez tuvieron, la vocación de servicio.
Más allá, empero, de esos factores que han sido bandera de la disidencia magisterial para protestar, lo básico es que no fueron capaces de articular una propuesta que enriqueciera, en su beneficio, incluso, a la iniciativa que se dictaminó, discutió y aprobó en el Congreso de la Unión y luego, en el proceso legislativo correspondiente, la mayoría de los congresos estatales le dio el aval de reforma constitucional.
Los dirigentes de la CNTE y de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero e integrantes de la sección XXII de Oaxaca, ni sus estructuras pensantes se responsabilizaron de acompañar una protesta con la solución que tardíamente enviaron a los congresos estatales, como una especie de contrarreforma, a sabiendas de que una ley secundaria nunca podrá estar por encima de la ley superior que es la Constitución General de la República.
El grueso de la población desconoce esa situación, solo sabe que hay maestros contra la reforma educativa y que se niegan a ser evaluados. Pero, cuidado, se aproxima una escalada de violencia con epicentro en Guerrero.
Las movilizaciones ya no serán contra la reforma educativa, exigirán la renuncia del gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero, del secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, y del comisionado Nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb. Ahí vienen. Conste.
QMX/msl