
La IA acelera la creación de medicamentos: ¿el futuro de la medicina?
Tres generaciones unidas en marcha de aproximación al Pico Uriellu, el mítico Naranjo de Bulnes, una experiencia única, un esfuerzo terrible, muy cerca de mis límites…
Emprendimos la marcha algo tarde para la, para mi, descomunal travesía; habíamos quedado en El Peral, 22 kms al oriente de Llanes. Manolo, experto en estas aventuras formidables, Antonio, familia muy cercana y aficionado a estos desafíos, con la vitalidad de los 30 años intacta…, y yo, en una edad desaconsejable para las grandes hazañas deportivas, junto con determinación para intentarlas y curiosidad intelectual para vivirlas…
Bocadillos, buenas dosis de agua y en mi Ford diesel enfilamos carretera; Unquera, lugar de intersecciones – límite de Asturias y Cantabria – y luego Panes, cruzamos el puente del Cares y hacia Arenas de Cabrales; desde esta capital mundial del queso, según sus promotores, tomamos vías estrechas, cada vez mas rupestres, con desniveles y curvas continuos, caminos de tierra, diseñados para el mundo agrícola y ganadero, así llegamos a una plataforma verde, inclinada, ascendente, Pandebano, el inicio de nuestra andadura…
Muchos senderos paralelos, entrecruzándose continuamente, van elevándose hasta una esquina del plano, donde se dibuja nuestro camino, que va trazando diagonales ascendentes, curvilíneas, a lo largo de innumerables montañas que se suceden, sin dejar ver destinos finales…, al fondo de una gran hondonada aparece el pueblo de Bulnes, cuatro casas desparramadas en torno a un núcleo minúsculo, por lo que se puede ver desde estos púlpitos..
La marcha prosigue implacable, con lentos cambios de paisajes, fatiga in crescendo, intercalando breves pausas, descansos, pocas palabras. El día era gris, frío, amenazando lluvia, incluso nieve; vamos ganando altura y bordeando laderas que siempre prometen, en los recodos, nuevos horizontes…, que se trasforman en parecidos escenarios y al fondo, nuevas promesas…
Después de mas de dos horas, el cansancio fuerte va apoderándose de mi organismo; vamos en formación acordeón, delante Manolo, el mas conocedor de la zona, luego Antonio, el mas joven, y cierro la cordada yo, el veterano, jugando cerca de mis fronteras naturales…
De pronto, entre nubes y nieblas, a cierta distancia, difícilmente cuantificable, aparentemente accesible – luego pude comprobar lo engañoso de esta apreciación – se dibujó el perfil inconfundible del Picu Uriellu, el soñado Naranjo de Bulnes; aparecía y desaparecía en medio de nubes rápidas moviéndose al fondo del escenario de esta maravilla geográfica…
Cumplidas tres horas de marcha empecé a flaquear seriamente, me sentía terriblemente cansado; nos reunimos y yo manifesté mis dudas de seguir, dudaba, exagerando algo ante mis dos compañeros, de mi capacidad de llegar hasta el refugio Uriellu, al pie de la formidable mole de piedra…
Tomamos unos bocadillos y bebí agua abundante. Recuperé rápidamente fuerzas; proseguimos la marcha, ahora yo en cabeza, subidas suaves, llanos, ondulaciones…, al cabo de un rato, curvas de ascenso mas pronunciadas, retomé mi ritmo de supervivencia y mi lugar en el pelotón, el tercero…
La altura se iba notando, los ventisqueros de nieve, que cruzan nuestro sendero, aparecen con mas frecuencia…, otra vez el avance se me va haciendo penosísimo, la mochila creciendo en peso y las paradas, breves, aumentan su frecuencia. La realidad es que mientras vas dando pasos con gran esfuerzo, mantienes atención extraña, intensa, sin fijación profunda, misterioso galimatías, en los pequeños detalles del camino…, con la boca cerrada, a veces la abres buscando suplementos de oxígeno, no piensas en nada en concreto, o piensas en todo pero con una especial lejanía, vaguedad…, a veces aparecen chispas pasadas, casi olvidadas….; proceso de relativización, tu vida, tus entornos….; embarcado en una rutina de innumerables pasos, el objetivo parece lejanísimo…
La nieve, en el tramo final de acercamiento al pie del Uriellu, se hace continua, es una subida extraordinariamente dura, los pasos sobre la capa blanca te hunden hasta la rodilla, cada metro es una hazaña…; no recuerdo sufrimiento físico tan intenso en toda mi vida de trotamundos, trota montes, trota acantilados, trota cuevas…
Estoy a punto, siempre en el borde, de retroceder, pero pienso que esta alternativa ya no tiene sentido, sería el mismo agotamiento, mas la frustración…rechazo esta posibilidad; voy dando pasos con una dificultad enorme pero casi sin parar, allá adelante veo a Manolo y Antonio entre brumas que me gritan, ¡¡¡ el refugio está a la vista !!!. Un formidable alivio y una misteriosa dosis de nueva energía va reapareciendo por todas mis articulaciones…
Supero el último tramo y entro en la casa-refugio, justo al pie del sobrecogedor Pico Uriellu, con una inesperada chispa de vitalidad pegada a mis bártulos, literalmente empapados.
En el caserón estaba Esteban, un curioso personaje con el que entablo pronto una charla amistosa. Está harto de estar ahí, lleva 7 meses solo, está saturado de montaña, siente vértigo, le aburre ya la belleza natural, no lee, pasea, muchas veces enfurecido, como una fiera enjaulada, mientras la radio le trasmite mensajes, que le aumentan un cansancio, ya de por si infinito
Amigable con nosotros nos da vino y cervezas, charla sin parar, se niega a cobrarnos nada; sentados en la cocina del refugio , después de tomar fotos a la maravillosa montaña, con nieblas intermitentes…pasamos un rato grato, relajado…, pero hay que volver
La bajada por el ventisquero de nieve resulta peligrosa, trato de ir rápido, pero solo logro hundirme innumerables veces y perder la vertical otras tantas. No obstante camino a buen ritmo, pero en mis botas ha entrado agua y el frío va dominando el camino; arrecia el temporal, el barro se instala en la senda mientras una mezcla de nieve y granizo se va generalizando en el ambiente, entre visiones plomizas y verdes, de corto alcance…
Llevamos mas de 6 horas de caminata, disminuye la nieve por los caminos y aumentan los charcos; el retorno se me va haciendo mas llevadero, pero sigue siendo demoledor…
Las vueltas y revueltas por el sendero de montaña no parecen acabar nunca; trato de recordar puntos de referencia de la ida, pero tengo una mezcla demasiado rica de paisajes en mi retina y en mi mente, como para clasificarlos y ordenarlos…. Gran marcha de retirada, íntimamente gratificante, pero también durísima…
La llegada a la pradería inclinada, con Bulnes en la hondonada por la izquierda, que lleva hasta el aparcamiento la recorro con una inexplicable alegría y fuerza…, allí está el coche, llegan dos montañeros, que van a unas majadas cercanas…, charla breve, me siento eufórico.
Han pasado ¡¡¡ 9 horas !!! desde que iniciamos la marcha….
El retorno en coche es complicado, baches y terracería, primera parte, infinitas curvas, acompañando al río Cares, luego al Deva, después…
Dejamos a Manolo en su coche, cerca de Pimiango, y para Llanes. Después de una enorme ducha revitalizadora, la cena en Canene resulta apoteósica… incluido un paseo breve por el puerto y una recuperación de la realidad…
Fantástico día. Nunca pensé que podría completar el ciclo Uriello y ahora puedo decir que he encontrado en algún lugar de mi interior, un recipiente olvidado con una reserva de energía notable, insospechada… y, mas importante, unas redes de pensamiento resistentes, parecen útiles, aunque no adivino ahora sus traducciones…
He estado bordeando mis límites…, era el 1º de mayo del 2.007, día del trabajo, para mi, quizás, de la sabiduría…con dolor, quizás de los milagros.
QMX/cgr