Abanico
El movimiento en favor de una reforma migratoria parece acelerarse en el Congreso de los Estados Unidos, donde se espera que al menos una de las iniciativas, la del senado, esté lista para comenzar su procesamiento legislativo.
Grupos selectos de legisladores, cuatro demócratas y cuatro republicanos en cada caso, trabajan en las dos cámaras en relativo secreto en orden de buscar acuerdos para formular proyectos paralelos que de ser aprobados en la respectiva cámara serán armonizados eventualmente.
Todo parece indicar que cualesquier obstáculo será relativamente fácil de superar: hay voluntad o mas bien, hay necesidad política.
Pero también es el momento de recordar y d considerar que las osas no son tan simples en el mundo de la política, en cualquier país y sobre cualesquier tema.
Hace 27 años casi, a finales de 1985, los esfuerzos de senador republicano Alan Simpson y el diputado demócrata Romano Mazzoli parecían haber llegado a su fin: las leyes presentadas por cada uno y discutidas en sus respectivas cámaras habían sido aprobadas y tan solo faltaban minutos, quizás, para que los delegados de ambas cámaras convinieran ya un texto único.
Pero surgió entonces un diferendo en cuanto a costos y esa divergencia no pudo ser resuelta en ese momento y la legislación “murió” ahí, solo para revivir y ser aprobada al año siguiente integrada en lo que se conoció como ley Simpson-Rodino (por Peter Rodino, diputado demócrata que encabezaba entonces el Comité Judicial de la Cámara baja).
Pero de la misma forma que esa ley no fue solución integral al problema, es posible esperar que tampoco lo sea la que ahora tratan de concertar los dos grupos de trabajo paralelos en el Congreso estadounidense, con la diferencia de que hay sentimientos mas agudos y tal vez mas profundos, ante la crisis económica que aún afecta a los estadounidenses y el creciente temor de una clase media blanca preocupada por su inminente transición de mayoría a principal minoría.
Hace 27 o 28 años había tal vez cinco mil agentes de migración en todos los EEUU, ahora hay mas de 20 mil solo en la frontera con México y predisposición de grupos militantes a servir como informantes y aún ejecutores.
La parte positiva sin embargo es que la legislación está en proceso y que una parte importante de los estadounidenses sea por simpatía, por inclinación, por realismo o por resignación, apoyan una reforma que no solo es humanitaria sino de sentido común.
Falta sin embargo que el Congreso se la entregue…
QMX/jcf