
La sangre en las urnas: México bajo el yugo del crimen
Tranquilamente como si el futuro estuviera más que asegurado, el presidente del PAN, Gustavo Madero caminaba este domingo por el parque Lincoln, en Polanco. Tiene mucha información y sabe que su reelección está segura, aún con la oposición de su antiguo jefe, Felipe Calderón, o porque sabe que lo más seguro es que después de perder la elección presidencial, su despido está garantizado y es motivo de absoluta tranquilidad.
Por eso podía caminar sin prisa, sin ver a su alrededor, casi como si flotara, seguro de que para el PAN, lo peor ya pasó y todo lo que siga es ganancia. Aunque hay muchos panistas que opinan lo contrario, porque creen que el fondo no ha sido tocado y después de la desbandada de finales del año pasado, falta la diáspora actual y las derrotas estatales que vienen.
La reforma que abre la elección de los dirigentes del Partido Acción Nacional (PAN) a toda su militancia implica enormes riesgos, como la cooptación del voto o la intervención gubernamental, pero fue preferible correrlos que seguir con un partido visto como botín de las cúpulas, coinciden Juan José Rodríguez Prats y Fernando Canales. La decisión ”histórica”, tomada el sábado por los delegados a la 17 asamblea del blanquiazul, tomó por sorpresa a los grupos en disputa -maderistas y calderonistas-, mientras miembros de la llamada tercera vía plantean que con ello se cierra la puerta a la relección de Gustavo Madero y se abre otra para personajes como Josefina Vázquez Mota, de acuerdo a la crónica de La Jornada.
Agrega que los calderonistas se declaran insatisfechos con este cambio, pero ven oportunidad para ellos en figuras como Margarita Zavala y Ernesto Cordero, quienes podrían competir con Vázquez Mota; los tres son los más populares en el partido.
Al final hay un Madero tranquilo, satisfecho mientras al PAN se le augura un futuro incierto, por decir lo menos.
QMX/am