
Escenario político/Daniel Adame Osorio
Quien haya visto niños pelearse un mendrugo, arrebatarlo de las garras de los zopilotes, asomó el alma a los estragos del hambre.
Convocar y crear la Comisión Intersecretarial de la Cruzada Nacional contra el Hambre, abre perspectivas razonables para, al menos, limitar ese flagelo y, así, disminuir las muertes por desnutrición, eufemismo de comunicadores y economistas para evitar la imagen de uno de los jinetes del Apocalipsis.
Quien haya visto niños pelearse un mendrugo, arrebatarlo de las garras de los zopilotes; quien los haya contemplado metidos hasta las rodillas en los tiraderos de basura, gemir por agua y orar para que haya sombra que atenúe la fetidez, podrá decir que asomó el alma a los estragos del hambre.
En entrevista concedida a La Jornada, José Luis de la Cruz, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México, señala que la estrategia del gobierno federal no dará resultados si no hay condiciones para generar empleos bien remunerados; hasta ahora, dijo, la mayor novedad que presenta es que reconoce el problema del hambre.
Sostiene que los programas que conforman la cruzada “no han detenido el hambre ni la pobreza, alinearlos no es suficiente, porque no están hechos para resolver de fondo esta crisis. Sólo han servido para atajar problemas en las zonas más pobres y lo que está de fondo es la ausencia de empleo y salarios suficientes para que la gente pueda tener un nivel de vida adecuado”.
De lo anterior se desprende el entusiasmo despertado por la presencia de una Comisión Intersecretarial, porque ello significa que están conscientes de que combatir el hambre es cualquier cosa menos saciarla hasta el hartazgo. Lo que se requiere, de entrada, es lo que necesita la prevención como antídoto contra el crimen organizado: el restablecimiento de los vínculos sociales e ideológicos entre gobierno y sociedad, rotos desde 1994, cuando apareció el EZLN.
La Cruzada Nacional contra el Hambre requiere, primero, la reactivación de la economía, para que los padres de familia u otros de los integrantes que estén en edad de trabajar y se consideren con instrucción necesaria para hacerlo, puedan recuperar su dignidad al obtener un salario decoroso, que les permita llevar comida al hogar.
Quien tiene hambre, lo primero que pierde es la dignidad, es necesario regresársela con educación, salud, trabajo.
El desafío es grave. El entrevistado de La Jornada afirma que la cantidad de pobres a los que la Cruzada va a atender es menor de los que viven en pobreza extrema. Se mencionan 7.4 millones de personas y se deja fuera a una parte importante de la población que está en esa condición.
Añade La Jornada que para este 2013 se espera un crecimiento de la pobreza, ya que, según los datos que maneja el índice de la tendencia laboral de la pobreza del Coneval, en el cuarto trimestre de 2012 aumentó el ingreso en ciudades de Baja California, Baja California Sur e incluso en el Distrito Federal, porque “el problema es que hay gente con empleo, pero su ingreso no le permite adquirir alimentos básicos”.
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