México se la juega en 2025
Ya no está verde el cuarentón Niño Verde para que, después de andar en grescas etílicas, trate de tomar el pelo a los periodistas, al decirles en el Senado que la madrugada del domingo no armó escándalo ni rehuyó el alcoholímetro ni andaba briago y, si admitió que lo remitieran al Torito, fue para obedecer a la autoridad.
De Niño Verde pasó a blanca palomita, pues sólo había ingerido cuatro caballitos de tequila. ¡Qué fijones!
Tampoco está verde para saltar de una cámara a otra del Congreso, cobrar dietas por sus curules y escaños y regalías por los que otorga a sus cuates y por tramitar negocios con gobiernos, como los 2 millones de dólares que cobró en 2003, según lo balconeó una grabación.
Pingues son los gajes que le produce el Partido Verde herencia de papi, que en apariencia no presida, pero mangonea y volvió a hacerlo senador, si bien nunca ha presentado una iniciativa de ley o abordado un problema nacional desde la tribuna parlamentaria.
El va a lo suyo, su partido le cuesta al erario 860 mil pesos diarios, más sus buscas, como ahora que amagó con acabar con la fiesta brava, dizque para proteger a los toros de lidia. Por algo Rafael Herrerías, el empresario de la Plaza México, dijo que por lana no pararía para defender las corridas.
Cuando el borrachazo del domingo amenazó con cesar a sus captores por no respetar su fuero senatorial, y llamó a sus guaruras, que llegaron con prepotencia y le compraron una amparo, de esos que venden afuera de El Torito en 2,500 pesos, para que no padeciera frío ni sed, por la severa cruda
Dijo todo lo contario en el Senado al tratar de disminuir el escándalo, según la versión que le aconsejaron sus publicistas, a quienes paga unos sueldazos a costillas de los sufridos ciudadanos.
Pero bien se sabe que es amante de los hechos aparatosos, como cuando se inmiscuyó en la muerte de una extranjera en un reventón que organizó en uno de sus condominios de lujo de Cancún.
El sigue sacándole raja a su partido, aunque nunca haga campaña política pues para eso tiene a quienes desean puestos de elección y se esfuerzan por lograr el 6.4 de los votos, que le ha valido ser aliado del PRI, que hasta le cedió la gubernatura de Chiapas para Manuel Velasco Coello.
Además, no es el primer político cachado públicamente con sus alcoholes. El perredista Félix Salgado Macedonio se paseaba en motocicleta por el DF y desafiaba a ver qué autoridad lo detenía, siendo diputado o senador.
A otro perredista, Eduardo Hernández Rojas, ex delegado en Magdalena Contreras, también le cayó el alcoholímetro y, aunque se negó a pasar la prueba, un juez cívico lo confinó 20 horas en galeras.
Y hay más casos de políticos, sólo que muchos prefieren no armar bronca y sufrir la sanción por violar una disposición que busca reducir el número de accidentes etílicos, mortales en gran número, y por fortuna se ha logrado.
A ver si el Niño Verde paga de veras 20 horas de cárcel que quedó a deber.
QMX/sfl