Itinerario político
Aun en una temporada política llena de sobresaltos y polémicas, recibió una gran atención el anuncio de que 50 grupos de ciudadanos expresaron su interés de constituirse como partidos políticos ante el Instituto Federal Electoral (IFE).
Los diversos editorialistas que abordaron el asunto mostraron una sospechosa coincidencia en descalificar a estos proyectos y empaquetarlos como si todos fueran iguales, con argumentos que de tan similares parecen expresar una línea muy marcada o la pereza del pensamiento único, ese que impide expresar opiniones que se salgan de la norma.
Suponiendo que no haya habido mala fe y que la preocupante unanimidad de los opinadores sea solo un producto de la pereza intelectual, hay un asunto de mayor envergadura: la conformidad de los analistas con el actual sistema de partidos.
Hay una paradoja esencial en este asunto. Por un lado, la opinión publicada ha condenado de manera repetida y casi sistemática a los actuales partidos. Se les ha acusado, entre otras muchas cosas, de no representar al sentir y al pensar de los ciudadanos. Según se escribe en espacios editoriales, representan a intereses oscuros, agendas ocultas y grupos cupulares.
Entonces, si tan mal están los actuales partidos, ¿por qué diversos periodistas han embestido contra los ciudadanos que pretendemos sustituirlos? ¿A qué responde este marcado interés de defender al PRI, al PAN, al PRD y al sistema de partidos tal como está actualmente?
Ciertamente, estoy de acuerdo con la crítica expresada por un periodista en el sentido de que el “sistema político permite la existencia de partidos con registro que funcionan como meras agencias de colocaciones o de plano como negocios personales de sus creadores”, pero precisamente por eso doy la bienvenida a esfuerzos frescos, novedosos, de avanzada.
No conozco a todos los nuevos proyectos, pero puedo dar fe de que por lo menos Concertación Mexicana, del cual me honro en formar parte, es una iniciativa genuinamente ciudadana capaz de reactivar la transición a la democracia, de responder a ese anhelo de concordia, tolerancia y respeto a todas las ideologías que anhelan los mexicanos.
Se puede estar de acuerdo en que México no necesita un partido más, pero solo si se trata de uno como los que ya existen. Considerando que CM es justamente lo contrario a los actuales partidos, es evidente la necesidad de que sus propuestas entren al centro del debate electoral y gubernamental. La nación demanda un nuevo partido político que haga del acuerdo y la concertación su tarea fundamental, que tenga como propósito convencer a la ciudadanía de dar el salto cualitativo para dialogar y acordar con todos, adversarios y aliados.
Asimismo hay que señalar que CM no provocará más gastos al erario. Sabemos lo arduo que resulta para los mexicanos ganar el dinero que luego pagan como para impuestos, por lo que respetamos plenamente su esfuerzo y su sacrificio. Por ello, desde el primer momento estamos definidos por un espíritu austero y es parte toral de nuestra propuesta disminuir el gasto público en el sistema electoral.
Así que vale la pena pensar las cosas con más calma y darse cuenta de que algunos de esos 50 nuevos esfuerzos responden a una necesidad profunda y ampliamente compartida por muchos ciudadanos y seguramente también por varios analistas: la de cambiar los actuales partidos, la de abrir paso a nuevas propuestas, nuevos candidatos y nuevas ideas.
QMX/me