Abanico
Andrés Manuel López Obrador y su “Morena” han iniciado lo que para ellos, será su gran batalla política. Esperan alcanzar el registro como partido. Y quieren tener la bandera de lucha en el terreno del petróleo.
El político tabasqueño ha dado inicio a la gran tarea de “informar” a la población sobre lo que dice, son los planes de privatización que tiene el gobierno federal y que se esconden en la llamada reforma energética que deberá discutirse este año en el Congreso.
La verdad es que López Obrador lo que pretende es tener lo más pronto posible, la plataforma política que le permita recorrer el país, de nueva cuenta, y con ello consolidar las labores de fortalecimiento del movimiento que ha iniciado los trámites para convertirse en partido político.
AMLO sabe que el tema es sensible. Y entiende sin problema alguno, que el gobierno enfrenta una enorme incapacidad para informar y que además, a ello debe sumarse la limitante que significa que, cuando logra avanzar algo ante la sociedad, mucho de lo que se hace o dice desde las oficinas del gobierno, no tiene la credibilidad total de parte del ciudadano.
Así, sin tener más que sus discursos y sin tener que demostrar nada, López Obrador ha puesto en marcha una nueva campaña. Es la denuncia de un “nuevo complot”, sólo que en esta ocasión no se trata de un ataque contra su proyecto personal, sino de entregar la riqueza nacional a los capitales privados, lo mismo nacionales que extranjeros.
El líder de MORENA sabe perfectamente que no tiene que ir más lejos. Que le basta con lanzar acusaciones para tener la fuerza que desea. Y sabe que además, con esta actitud presiona a las autoridades correspondientes para que el registro como partido político a su movimiento, no pueda ser cuestionado en instancia alguna.
La apuesta de AMLO es entonces múltiple.
Se convierte en el “único” defensor de la riqueza petrolera, presiona políticamente para afianzar su demanda de registro y provoca además, un replanteamiento en las posiciones del PRD.
De sobra es sabido que el PAN dará su apoyo, por más condicionado que sea, a una modernización en PEMEX. Pero un respaldo del PRD a cualquier cambio, por limitado que sea, le dará ventaja a MORENA en los terrenos de la izquierda.
AMLO sabe que puede no tener la verdad de su lado. Pero también entiende que el teme del petróleo es más que rentable. Y conoce la debilidad del gobierno en el terreno de la credibilidad y la comunicación.
Se ha lanzado a una nueva cruzada. Quiere que la ciudadanía, al menos parte de ella, lo vea como el gran nacionalista. Quiere tener la defensa de la riqueza nacional como exclusiva en su agenda. Quiere ejercer presión sobre las autoridades electorales par el registro y para atacarlos si osan mantener su crítica y multas por sus gastos de campaña. Quiere atacar a los perredistas sin tener que mencionarlos, al menos por el momento. Y quiere tener presencia para que, en el momento adecuado, todo esto pueda convertirse en tema de campañas electorales.
López Obrador ha iniciado un nuevo recorrido por el país. Y como siempre, no tiene que explicar nada, ni presentar pruebas de sus afirmaciones. Conoce el terreno de la guerra sucia. Y quiere que sea en ese terreno en donde se discutan los cambios que el país necesita, para que, cuando pierda la nueva batalla, siempre pueda acudir a las denuncias sobre el “nuevo complot” ahora en contra del país.
QMX/nda