Libros de ayer y hoy
Los doce años de gobiernos panistas arrojaron resultados muy pobres en la mayor parte de los renglones. Pero sería una equivocación no reconocer que dentro de los pocos aciertos alcanzados, la creación del IFAI sería el gran logro.
Con todas las limitantes del caso y con todos los problemas que se conocen, el Instituto Federal de Acceso a la Información es una institución con valores muy importantes y con posibilidades enormes para colaborar en el avance en materia de transparencia.
Sin embargo, hoy en día se viva una tragicomedia en el Instituto. Y lo peor de todo, es que esa crisis es producto, curiosamente, de las mismas ambiciones de los grupos que le dieron vida.
Todo mundo conoce el choque por demás corriente, escenificado entre dos de los integrantes de esa entidad. Esos dos se disputaron la titularidad del IFAI. Angel Trinidad, el derrotado, y Gerardo Laveaga, el vencedor.
En la lucha, se registró de todo, especialmente aquello que se conoce como guerra sucia. Y a final de cuentas, la victoria del señor Laveaga sirvió para poner en claro que en el IFAI, lo que hace falta es profesionalismo, seriedad, transparencia y por supuesto, mucha honestidad.
Así las cosas, habrá primero que entender que en este problema lo que salta a la vista es el afán del grupo político de Felipe Calderón por controlar el Instituto. No es necesaria una investigación muy profunda para entender que Gerardo Laveaga es un hombre de derecha consumado. Y que la mejor parte de su trayectoria la alcanzó con el señor Calderón en Los Pinos. De esta manera, llegar al control del Instituto no requería más que de los votos de aquellos de sus compañeros que hubieran llegado a su posición gracias a las mismos apoyos que recibió Laveaga.
Y ello, en buen romance, no es más que parte de la estrategia de Calderón para alcanzar poder transexenal. Laveaga es parte de esa estrategia.
Pero como lo sucedido afecta todos los mexicanos y como el IFAI debe ser fortalecido y no ridiculizado, la oportunidad para resolver el problema está a la mano.
Enrique Peña Nieto envió como presidente electo, por conducto de la diputación del PRI, un proyecto de ley para fortalecer al Instituto. De acuerdo al proyecto, se le daría autonomía constitucional, mayores facultades y se elevaría el número de consejeros de 5 a 7.
El proyecto se aprobó en la cámara Baja, pero en el Senado las cosas no salieron bien. La incapacidad del liderazgo priísta y la presión de la alianza PAN-PRD obligó a modificar el proyecto.
Se creó un dictamen que a nadie gustó. Y pasó de regreso a San Lázaro, en donde tendrá que ser debatido y modificado de nueva cuenta.
Y esta es la oportunidad. Pudiera ser que, con mecanismos legislativos de emergencia, se decidiera, para bien de todos, remover a los actuales consejeros y dar paso a una nueva generación de encargados del IFAI, ahora sí con toda la respetabilidad del caso.
La solución es drástica, pero los hechos registrados en estos días no permiten suponer que mantener las cosas como están, permitiría al IFAI cumplir con su misión.
La transparencia es una promesa de campaña del actual gobierno y una demanda permanente de la sociedad. Y los consejeros que hoy encabeza Gerardo Laveaga no responden al compromiso del gobierno, ni a la confianza de los ciudadanos.
Por ello, un cambio total sería una solución adecuada. Y la oportunidad está al alcance de la mano.
QMX/nda