Anticipando el 2025
Sin duda alguna uno de los atributos o valores más útiles para obtener y gozar de prestigio es la credibilidad y la confianza, valores de los que gran parte de las instituciones o los funcionarios de gobierno y líderes políticos, obreros o empresariales carecen o pierden con gran facilidad.
Hay una crisis de descrédito y desconfianza en el gobierno, más grave y profunda de lo que parece y de lo que se acepta. Los ejemplos de los últimos tiempos son contundentes y se citan únicamente los de mayor escándalo:
– La desaparición de los testigos “protegidos” cuyas “revelaciones” provocaron el encarcelamiento de varios generales del ejército mexicano, institución sumida en una crisis de prestigio y credibilidad, igual que la Procuraduría General de la República, donde se armó el expediente.
– El montaje televisivo de la captura de Florence Cassez que la mantuvo en prisión durante 7 años y que la Suprema Corte de Justicia, en abono de su desprestigio, tuvo que ordenar su inmediata libertad.
– Las capturas fallidas de “grandes capos” por la Secretaría de Marina, minó credibilidad y confianza.
Probidad, credibilidad, confianza y prestigio de las instituciones del Estado mexicano son rasgos que perdieron valor para sus funcionarios.
Decisiones cuestionadas y equivocadas, deslices inoportunos, intereses oscuros, parcialidad y descaro, falta de autocrítica y vergüenza pública son el alimento de los medios que se solazan en esas conductas.
La gobernabilidad, el respeto, la legalidad y el orden son los afectados, con la consecuente pérdida de institucionalidad.
Auténticos “talk shows” son representados por funcionarios de gobierno, igual da si son del ejecutivo, del legislativo, del judicial o de los órganos llamados autónomos como el Instituto Federal Electoral, el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y no se diga en las cámaras legislativas.
El Instituto Federal Electoral (IFE) perdonó al PRI. Tras un empate en una primera votación, el Consejo General de IFE exoneró a la coalición Compromiso por México (PRI-PVEM) por el financiamiento mediante los monederos Monex. Aprobó notificar a la Secretaría de Hacienda, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, y al Servicio de Administración Tributaria, para que inicien una investigación por presuntos actos que pudieran constituir alguna irregularidad. Pero, en definitiva, el IFE exoneró de toda responsabilidad en ilícitos al PRI.
En una segunda ronda de votación, Sergio García Ramírez consultó al Consejo General si podía emitir su voto. Antes se excusó por su cercanía con los dueños de la empresa EFRA, ligada a Monex y al reparto de dinero del PRI. También la rechazaron los consejeros Marco Baños, Francisco Guerrero, y el presidente del IFE Leonardo Valdés. La propuesta que apoyaron los consejeros Alfredo Figueroa, Lorenzo Córdova, Benito Nacif y María Marván, planteaba multar al PRI con 75 millones de pesos.
Existen muchos acontecimientos que, sin ser ilegales, son inmorales o carecen de vergüenza pero, sin duda, minan la credibilidad y la confianza, alientan desilusión y frustración, propician desencanto e ingobernabilidad. En el pragmatismo se dejan de lado esos valores y se opta por lo inmediato, aunque al final, el resultado es el mismo: desprestigio.
QMX/am