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Ya se había planteado el terreno de la batalla. Y ya se tenía claro que el reto planteado por el EZLN tendría que ser visto como algo que requería medidas serias y efectivas. Pero el inicio de la cruzada en contra del hambre parece mostrar que tanto el gobierno federal como el ejército zapatista no desean modificar sus posturas originales.
El EZLN reapareció con una demostración de fuerza y de organización en la parte final del año pasado. Y el gobierno respondió con una demanda de tiempo para mostrar las diferencias. “no nos conocen”, se dijo desde el gobierno.
Pro el subcomandante “Marcos” respondió con tres comunicados. En el primero, destrozó al gobierno federal. En el segundo, ridiculizó al PAN y al gobierno de Felipe Calderón. Y en el tercero marcaba líneas de acción claras y de importancia política.
El gobierno federal acusó el golpe, pero se negó a responder. Parecía querer que el problema perdiera el carácter de “nacional” y quedara atrapado en la zona de influencia del EZLN. Al mismo tiempo, modificaba, con intenciones de imagen político, mucho del contenido de la gran cruzada anunciada desde el inicio del régimen.
Así, se “colocó la primera piedra” del programa, con un acto de impacto mediático en el corazón de la zona zapatista. Todo el peso del estado se dejó caer en la zona. Y se quiso demostrar que, cualquier cosa que sea el zapatismo, es una evidente minoría.
Al mismo tiempo, se modificó el planteamiento y se cambió el nombre a la COCOPA, mostrando que el “problema indígena” no es sólo de Chiapas, lo que obligaba a un planteamiento de otro tipo y bajo otras condiciones.
El EZLN no dejó pasar mucho. Y su respuesta fue otra vez, clara. Seremos una fuerza que no se controlará a base de “limosnas”
Y unas horas después del “inicio” de la cruzada, “Marcos” coloca el programa de gobierno, como parte de la “solidaridad” que todos conocemos, en una clara alusión al salinismo, y se muestra simplemente crítico del gobierno.
Así las cosas, la situación se mantiene en el mismo punto marcado en diciembre pasado. El EZLN no ha tocado al Congreso. A cambio, ha mostrado su rechazo total al gobierno federal. Y con ello, lo que hace es simplemente dejar ver que cualquier tipo de diálogo, tendría que realizarse vía la representación nacional y no ante delegados del gobierno.
Reitera, sin decirlo, que están organizados y que mantienen el contacto con los grupos indígenas del país, en lo que tiene que entenderse como que de la parte indígena, el Congreso que les agrupa, podría ser la otra parte del posible diálogo con senadores y/o diputados.
Y en el fondo, lo que salta a la vista es que el gobierno supone que el tiempo y el aislamiento pueden ser suficientes como para doblegar las posturas zapatistas. El argumento es que, a final de cuentas, el EZLN y el subcomandante “Marcos” no son, ni con mucho, lo que fueron hace 19 años.
Y con ello, lo que se coloca en el fondo de todo el problema, es la idea zapatista de discutir una nueva forma de gobierno.
Esto es, que junto al gobierno federal, el estatal y el municipal, se reconozca la figura del tipo de administración que ellos aplican en sus zonas de influencia.
Algo que, por lo visto, el gobierno federal no quiere ni dejar que se mencione.
Pero la lucha de estrategias se mantiene. Y a querer o no, e EZLN logró ya modificar, aunque sea sólo en el papel, el proyecto social oficial. Y no le costó mucho lograrlo.
QMX/nda