Fentanilo en México
Las novelas se empeñan en parecerse a la realidad. Lo que quieren hacer en Cancún, puede ser el principio de una molesta extraterritorialidad.
La novela, cuando es ajena a la ciencia ficción, a la anticipación del futuro, se empeña en competir con la realidad. Tal es el caso del Dragon Mart, ese proyecto industrial de inversiones chinas en Cancún que viola el programa de ordenamiento ecológico del ayuntamiento, “cuya norma ambiental no permite asentamientos humanos de grandes proporciones”.
El gobierno chino enfrenta graves problemas, escondidos detrás de la imagen de éxito justificada por su crecimiento económico y la celebración de los juegos olímpicos en 2010. Para comprenderlo habría que leer El chino, de Henning Mankell, novela donde el autor incursiona en la disputa que los gobiernos de Estados Unidos, Rusia y China, tienen sobre el uso y abuso de África, lo que de inmediato permite pensar en una analogía.
El autor sueco pone en boca de uno de sus personajes: “Hemos de saber lo que hacemos -declaró Yan Ba-, pero también lo que no hacemos. Lo que ahora proponemos, tanto a vosotros como a los africanos, no es una segunda oleada de colonizaciones. No llegaremos como conquistadores, sino como los amigos que somos. No es nuestra intención repetir las humillaciones del colonialismo. Sabemos lo que significa la opresión… Lo único que perseguimos es resolver un problema, al tiempo que prestamos nuestro apoyo a esa gente. En las desiertas llanuras, en los fértiles valles que rodean los grandes ríos africanos, trabajaremos la tierra trasladando allí a millones de nuestros campesinos pobres… Con ello no arrojamos de aquí a nadie, tan sólo llenamos un vacío… Las nuevas ideas siempre encuentran detractores. Mao y Deng lo supieron mejor que nadie. En ese sentido, ambos eran iguales, jamás tuvieron miedo de lo nuevo, siempre buscaron salidas que, en nombre de la solidaridad, ofrecieron a los pobres de la tierra una vida mejor”.
Todos parecen coincidir en que el centro comercial y el área habitacional adjunta que pretende construir la empresa chino-mexicana Real Estate Dragon Mart SA de CV, “implica una amenaza real al medio ambiente por la edificación de carreteras, dragado del arrecife, manejo de desechos, movilización de vehículos y dotación de servicios”.
Los habitantes de Cancún, y con ellos los de México, estarán pendientes de la oferta realizada por el titular de la Secretaría de Economía federal, Ildefonso Guajardo Villarreal, quien anunció que serán revisados los permisos federales para la edificación de Dragon Mart, proyecto con inversión estimada en 180 millones de dólares, que ha provocado el rechazo de organismos no gubernamentales, empresarios y la sociedad de Quintana Roo.
Quieren construir un centro de exhibición con 3 mil 40 locales comerciales de exposición y venta de productos chinos en un terreno de 127 mil metros cuadrados; dos almacenes en un área de 40 mil metros cuadrados, y una plaza cultural en un predio de 65 mil metros cuadrados; se planea edificar 722 viviendas que albergarían a 2 mil extranjeros, principalmente chinos, aunque en un principio la propuesta era construir mil 256 casas y un hotel.
No es la amenaza de una comunidad cerrada y religiosa como la de Jim Jones, pero es el principio de una presencia que puede convertirse en molesta extraterritorialidad.
QMX/gom