
De frente y de perfil
El PAN mantiene la caída. Y ahora ya no sólo es en las urnas, sino que la debacle se ubica en las mismas filas del partido blanquiazul. Su padrón se evaporó y con ello, mostró un rostro que a todos, sin importar partido, tendría que preocupar.
De acuerdo con el propio Gustavo Madero, el padrón de Acción Nacional pasó de 1 millón 800 miembros, a 377 mil, 828 militantes. Un millón y medio de activos panistas, decidieron simplemente, retirarse. Y ello a causa de la derrota en las elecciones del año pasado.
Dicho de otra manera, personas que de una u otra forma, habían mostrado decisión para formar parte del “partido en el poder”, una vez consolidado el fracaso electoral, abandonaron el barco. Sin futuro alguno en el horizonte, sencillamente decidieron buscar en otras trincheras, su futuro.
Y aquí es donde las cosas pasan a ser serias y a mostrar su efecto sobre todos los mexicanos.
Dice Gustavo Madero que no hay una desbandada en su partido. Y dice que el topó del padrón es prácticamente el mismo con el que se llegó a las elecciones en el 2000 y que a pesar de ello, lograron alcanzar la victoria.
Y por supuesto, tiene razón.
Pero el problema no es ese. El problema es que los partidos políticos, esos que desprecia la sociedad en cuanta oportunidad tiene, son los mismos en los que buena parte de esa sociedad pretende colarse para alcanzar alguna posición político administrativa.
Dicho de otra manera, lo que la crisis de Acción Nacional pone de manifiesto no es otra cosa que el cinismo del acontecer político que, sin ser algo nuevo, si parece haber alcanzado un nivel muy elevado en la actualidad.
El PAN presumía su fuerza. Y en todos os foros posibles, mostró o quiso hacerlo, el potencial de su militancia.
Ahora, diga lo que diga la dirigencia partidista, la realidad es que el PAN en los pasados doce años no pasó de ser una “agencia de colocaciones”. Se buscó desde el gobierno, consolidar la fuerza del partido. Y para ello, se crearon tantas plazas en la administración federal como fue posible. Y ello por supuesto, fue un buen anzuelo para enganchar a todos aquellos que quisieran pasar por panistas y disfrutar del poder.
Ese es el problema de fondo. Los partidos políticos tienen una plataforma política registrada ante las autoridades. Pero a nadie le preocupa la verificación de las posturas firmadas. Y así, cualquiera que sea capaz de presentarse como en este caso, panista, tiene derecho a disfrutar de los beneficios de una ideología que, por supuesto, no es algo que pueda comprobarse.
En síntesis, la crisis del PAN ha puesto de nueva cuenta, a debate el tema de la desideologización del sistema. Poco importa ya el proyecto que se tiene para el país. Lo importante es alcanzar el poder y disfrutar del mismo, sin que nadie se preocupe por el camino que se siga para ello.
El PAN “perdió” tras la derrota, a millón y medio de militantes “convencidos”. Y regresa a su nivel real. Sin el poder en las manos, el panismo resulta poco atractivo para buena parte de la sociedad.
Pero el problema no es del PAN solamente. Todos los partidos enfrentan el problema de la falta de congruencia en sus filas.
Todos tienen “militantes” que han pasado de un partido a otro o regresado después de una lucha infructuosa en otras siglas.
Y para demostrar lo anterior, baste con presentar el caso de MORENA, partido en formación que no es otra cosa, que una amalgama de cuadros provenientes de todas las fuerzas políticas que intenta, sin más, alcanzar el poder sin aclarar antes, cómo es que se dieron en sus cuadros tantos cambios de posición para llegar al punto en que ahora se encuentran.
QMX/nda