DINTEL: El presupuesto federal, el más efectivo instrumento de gobernabilidad

21 de diciembre de 2012
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9:39
Abelardo Martín

Más allá de leyes o reglamentos, el instrumento más eficaz para ejercer el federalismo es el Presupuesto de Ingresos y Egresos de la Federación. Es el mecanismo para premiar o castigar a gobiernos estatales o municipales.

De ese instrumento, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se convirtió en la instancia federal más relevante para controlar o ejecutar la política, la real política nacional. Como el presupuesto se maneja con más criterios financieros que políticos, las áreas de Gobernación o las dependencias llamadas de “desarrollo social” (la propia Sedesol, Educación Pública y Salud, especialmente), quedaron supeditadas o sometidas al favor o el castigo de Hacienda.

El presidente Enrique Peña Nieto tiene plena consciencia de esta grave distorsión administrativa, porque los “dientes” de la gobernabilidad se trasladaron a los funcionarios financieros y dejaron sin instrumentos a los políticos.

El panismo, en su propósito de quitar controles a los gobiernos de los estados (mayoritariamente priistas), provocó y propició que los municipios tuvieran tratos y favores directos con Hacienda, en detrimento de la “gobernabilidad local”. El fin, como siempre en política, no en la ética, justifica los medios.

Las cámaras de Diputados y Senadores aprueban el presupuesto 2013, en la jornada más intensa de todo el año. Aunque el priismo no cuenta con la mayoría absoluta, si tiene (o debiera así ser) la experiencia para activar al presupuesto como auténtico mecanismo de cohesión federal, de gobernabilidad y crecimiento.

Implica trabajo y, ni a diputados ni a senadores, les conviene moverlos del confort en el que tradicionalmente se desenvuelven. Tendrían que ser auténticos seguidores y supervisores de que los recursos que autorizan, efectivamente, sirvan para generar desarrollo y bienestar.

No es suficiente con que en una sola y maratónica jornada de trabajo se justifiquen y digan que trabajan mucho. No es sólo tiempo como ha de medirse su desempeño, sino, sobre todo, por los resultados.

 

Al respecto, el presidente Peña Nieto sostuvo que los gobiernos federal, estatales y municipales deben formar “un trabuco” para, sin disputas partidarias, atender las necesidades urgentes de los mexicanos. Se comprometió a no tomar decisiones unilaterales desde Palacio Nacional sino trabajando de cerca con los gobernadores, porque cada entidad debe tener un programa específico para su desarrollo. “Las autoridades federales no disputarán plazas o terreno a las autoridades locales sino que trabajarán en conjunto”.

“Generemos sinergias, todos, sin importar origen partidario, ya somos gobierno, sólo nos debe ocupar gobernar para todos, servir a todos sin prejuicios, sin recriminaciones (.) “Hoy nos debe ocupar que hagamos un equipo muy sólido, muy fuerte, un auténtico ‘trabuco’ que nos permita atender las necesidades más apremiantes, mas preocupantes de las sociedades de todas las entidades del país”. No se trata de que un gobierno se haga cargo de tareas que corresponden a otro gobierno en lugar de ser complementarios. “Debemos crear esquemas acordes a las realidades de cada estado a fin de detonar su desarrollo económico”.

En el fondo, el presidente anticipa equilibrio también en las funciones del gabinete. La secretaría de Hacienda, con la cercanía e influencia de su titular, Luis Videgaray, con el presidente Peña, equilibrará su poder con la otra supersecretaría, la de Gobernación, que encabeza Miguel Ángel Osorio Chong, tan necesitada de instrumentos eficaces para cumplir con su función, la que tanto necesita y fue tan olvidada: recuperar la gobernabilidad. Para eso sirve el dinero, para eso también debe servir el presupuesto.

 

QMX/am

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