Doble rasero del populismo: Trump, AMLO y la manipulación de los nombres
De nueva cuenta, el manejo y presentación de las cifras oficiales ha entrado en una línea de choque. El panismo que acaba de entregar el poder, presumió hasta el último momento, el combate al narcotráfico y se cansó de presumir los éxitos en la lucha contra la delincuencia. Pero el gobierno que acaba de nacer nos ha hecho saber que en la guerra contra los cárteles, lo que verdaderamente se logró, fue multiplicar las organizaciones criminales que en los seis años pasado alcanzaron un nivel más que preocupante por su número.
En otras palabras, tenemos como país, dos visiones sobre un mismo tema. Y las dos visiones son del gobierno. Y por supuesto, son dos gobiernos, con visiones e intenciones diferentes. ¿Pero no las cifras e informaciones del gobierno tendrían que ser ciertas, sin importar el partido que los condujo al poder?
Al presentar la reforma educativa, se dijo que se tenía la intención de recuperar el control del sector para el estado. Cuando se habló de la transformación de la estructura de gobierno se habló de la necesidad de modificar una estrategia que había fracasado. Y ahora, se nos dice que el combate mal hecho, provocó la multiplicación de los cárteles, que ahora son entre 60 y 80 en todo el país.
Se puede entender la crítica del gobierno que nace al gobierno que ya se fue. Y se pueden utilizar los resultados electorales para entender que el juicio ciudadano fue tajante contra la pasada administración. Esto es, no le creyó y en el terreno de la inseguridad menos que en ningún otro.
Pero ¿cómo creer a los que llegan si sólo se quedan en las afirmaciones?
Dicho de otra manera, ¿se pueden emitir juicios condenatorios sobre lo que se hizo y sobre lo que no se hizo sin además aplicar un seguimiento sobre las posibles responsabilidades oficiales en cada caso?
¿Quienes son los responsables de que el estado perdiera el control sobre ciertas decisiones en el campo de la educación? ¿Puede suceder algo tan serio sin que nadie sea directamente responsable?
¿El gobierno puede lanzar cifras sobre el empleo y hablar de los bien que se marcha en el sector para que apenas ha terminado su período el INEGI nos diga que las cosas no son tan ciertas sin que pase nada?
Parece obvia la intención de manipular a la opinión pública. Parece innegable la intención de mentir para que el juicio de la sociedad sea positivo para tal o cual autoridad. ¿Y ello no implica responsabilidad alguna?
Si las cosas se quedan en el terreno de los discursos y los señalamientos críticas, pero sin llegar al fondo de las cosas, ¿cuáles son las garantías de que, en la próxima administración, gane quien gane, no se nos informará sobre cosas que no resultaron ser verdaderas?
Se nos dice que la figura del arraigo resultó ser un verdadero desastre en el terreno de la justicia. Que sirvió sólo para “arraigar” de manera injusta, a miles de personas. Pero es todo. ¿No hay nada que hacer en ese punto?
De nueva cuenta el nuevo gobierno nos informa de cosas que se hicieron mal en el anterior. Nos dicen que se cometieron arbitrariedades y que, de una u otra manera, se mintió a la sociedad.
Pero todo se queda en el terreno de la acusación. Se nos dicen cosas importantes, pero pareciera que todo lo que se busca es presentar hechos, pero para crear espacios políticos a la nueva administración.
Esto es, parece que se quiere simplemente presentar hechos para que los “anteriores” no hagan cosas que no gustan a los “nuevos”.
Hay acusaciones, pero hasta el momento no hay un afán de hacer realmente justicia. Y ello, se acepte o no, nos conduce justo al terreno que tanto se critica que no es otro que el de utilizar la ley como instrumento de la política.
QMX/nda