LA COSTUMBRE DEL PODER: ¿Cruzada contra el hambre?

11 de diciembre de 2012
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10:43
Gregorio Ortega

Acabar con el hambre es más que saciarla. Este proyecto debe modificar hábitos y cultura alimenticia, para evitar enfermedades y obesidad.

Erradicar el hambre de un país es un propósito que va más allá de la utopía. Creer que con saciarla es suficiente, es un equívoco, de allí que México ocupe el primer lugar mundial en obesidad. Alimentarse, para favorecer el crecimiento y el desarrollo intelectual y emocional, es algo más que comer, es una cultura.

La anterior es la parte técnica de la cruzada contra el hambre. La otra, el dinero, que ensancha los caminos de Dios y favorece la voluntad política de los hombres, es incapaz de domeñar la realidad. En Estados Unidos hay amplias zonas donde sus habitantes no comen lo necesario, o carecen de techo, o programas de salud.

Para Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social, responsable del éxito de la cruzada contra el hambre, la realidad indica que la pobreza disminuyó en México de manera más lenta que en el conjunto de América Latina en la última década, y afecta a 35 de cada 100 personas, como lo informó la CEPAL. Sólo en El Salvador, uno de los países de menor desarrollo del continente, el abatimiento de la pobreza fue menos dinámico que aquí, mientras Brasil, Argentina o Bolivia lograron reducciones notables en el número de habitantes con menor acceso a los bienes básicos.

Información publicada en los medios, señala que la cifra de la CEPAL difiere de la dada a conocer hace 20 días por el Coneval, donde se establece que en 2012 la pobreza afecta a 51 millones 993 mil mexicanos, 46.2 por ciento de la población del país.

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, informó que 35.3 por ciento de los mexicanos está en condiciones de pobreza, un punto porcentual menos que en 2010, y subrayó que hace diez años los mexicanos en pobreza representaban 39.4 por ciento de la población. Esto significa que en ese periodo se ha dado una disminución de 4.1 puntos porcentuales. La indigencia, en cambio, se ha incrementado: de 12.6 a 13.3 por ciento de la población durante la última década.

Encima del diagnóstico establecido por organismos internacionales, es necesario que Sedesol determiné cuáles son las verdaderas consecuencias del programa oportunidades, pues se ha constatado que en varias regiones del país, en lugar de impulsar el desarrollo y favorecer los deseos de superación personal de sus destinatarios, los engolfa e incluso ha propiciado en muchos de ellos el alcoholismo y otras dependencias, ya no digamos la pésima costumbre de extender la mano para recibir una ayuda, sin merecerla y sin beneficiarse positivamente de ella.

Rosario Robles deberá preocuparse por establecer una coordinación estrecha con Mercedes Juan y Emilio Chuayffet, secretarios de Salud y Educación, para que la cruzada contra el hambre no se convierta en el vehículo de enfermedades físicas y sociales y más obesidad, con el propósito de que se modifiquen los hábitos alimenticios de los mexicanos, pues de lo contrario tendrá iguales o peores consecuencias que “oportunidades”.

QMX/gom

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