El INE y la complicidad
El gobierno de Enrique Peña Nieto no acaba de nacer. Y maña martes habrá un nuevo intento por dar fin a un parto difícil y costoso, gracias a la incapacidad mostrada por la bancada del PRI en el Senado de la República.
En la sesión de mañana, la Cámara Alta regresará al tema de la reforma administrativa en la que se contempla la desaparición de la Secretaría de la Función Pública y el convertir en una subsecretaría en Gobernación a la SSP. Hasta el momento, el grupo que comanda Emilio Gamboa ha sido incapaz de resolver el reto planteado por las oposiciones. Y carente de recursos político reales, el equipo priísta simplemente ha tropezado una y otra vez con la dureza de sus rivales.
El problema es que el “gobierno de resultados” propuesto por EPN se encuentra varado. No sólo no ha podido iniciar labores, sino que en el terreno de la seguridad está simplemente a la deriva, gracias a que sin reforma, ni siquiera puede nombrar funcionarios.
Pero las cosas han llegado a un punto aún más inquietante. Y las oposiciones ya olieron sangre.
El PAN y el PRD en el Senado han formado una alianza que rebasa, con gran facilidad, las capacidades políticas de Emilio Gamboa. El líder de los senadores del PRI ha perdido la respetabilidad por parte de sus contrarios. Le han tomado la medida y rápido, doblaron las apuestas.
Demandaron y lograron, que la propuesta de aprobar a un funcionario en el nuevo sector de seguridad, se transformara en la aprobación de varios de ellos, con lo que buscan más que nada, atrapar al gobierno del PRI en una ratonera sin salida.
Pero entendieron muy fácil, algo que Emilio Gamboa y su equipo no. Cuando vencieron de nueva cuenta, la resistencia priísta, vieron que la salida para el gobierno se encontraba en una controversia constitucional. Supieron que podrían vencer a los senadores priístas,pero que al regresar el material a la Cámara de Diputados, quedarían expuestos a una medida de respuesta que, por lo demás, los dejaría en ridículo.
Así, aprovechando las incapacidades priístas en la Cámara Alta, se lanzaron en pos de una reforma constitucional, en un tropezón más de Gamboa. Y todo mundo sabe lo que sucedería si el país se mete en una reforma de ese tipo. Pasarían por lo menos, seis meses, antes de que se cumplieran todos los trámites legislativos para la reforma. Y ello paralizaría todos los programas de Peña Nieto para el sector seguridad.
La torpezas del grupo de Emilio Gamboa son importantes y notorias. Gracias a sus errores, se enredó al máximo la reforma laboral, la cual demandó trabajó extra y externo al Senado, para poder salir adelante.
Los senadores no han podido discutir y aprobar la propuesta de los priístas en materia de reforma al IFAI, como tampoco lo han hecho con la propuesta de combate a la corrupción. En otras palabras, el Senado ha servido para entorpecer las reformas del nuevo gobierno. Y el Senado tiene a los priístas como fuerza la fuerza mayor. Pero no ha logrado alcanzar un consenso con las oposiciones. Y ha sido barrido una y otra vez, al momento de los debates y las votaciones.
Paralizado el gobierno en sus proyectos de seguridad, el problema aumenta cuando se entiende que si la reforma administrativa se “atorara” en el Senado y después se enredara en una reforma constitucional, el tiempo consumiría las metas proyectadas en ese sector.
Pero eso no es todo.
Quedarían por conocerse los resultados del proyecto financiero para el año próximo. Especialmente cuando todo mundo sabe que PAN y PRD han ligado políticamente hablando, la discusión de las finanzas para el 2013, con el tema de la reforma administrativa.
Y una vez iniciado el año, el país entraría en el debate de la reforma energética.
Con un senado, en el que la mayoría simplemente ha resultado no sólo poco funcional, sino abiertamente torpe.
QMX/nda